El FMI no ha querido quedarse atrás como le sucedió con la crisis de las hipotecas subprime, que no supo ver y por lo que fue largamente criticado, y ha lanzado un aviso a navegantes sobre la actual situación de las economías desarrolladas y un riesgo evidente de regreso a la recesión mundial.
Para el máximo organismo supranacional en lo que a control y supervisión económica y financiera se refiere, está comprobando como los movimientos de austeridad y equilibrio presupuestario que todos los Gobiernos están aplicando están lastrando la recuperación económica y ralentizando la recuperación del empleo, provocando que las economías estén muy lejos de crecer.
Desde hacía tiempo diversos economistas, entre ellos Paul Krugman, venían advirtiendo de la problemática de una austeridad excesiva, y ahora los datos y el tiempo les están dando la razón, porque se está demostrando que la austeridad como única prioridad provoca que la economía se resiente, y más cuando se encontraba en el inicio de la recuperación.
Y es que, aún sin perder de vista la austeridad como objetivo principal de todo Gobierno responsable, los momentos de recuperación económica incipiente pedían otro tipo de políticas, buscando más el equilibrio entre la austeridad y el crecimiento económico para beneficiarse de los movimientos del sector privado y de su voluntad de recuperación.
Pero el principal problema es que la previsión del FMI está condenada a hacerse realidad, porque la reacción inmediata de los mercados ante la amenaza de recesión en la economía mundial ha sido a la baja, provocando la caída de las bolsas y el crecimiento alarmante de la prima de riesgo de la deuda española, lo cuál será muy difícil de recuperar.
Porque los gobiernos de los países más importantes del mundo, en general, y de Europa en particular se está mostrando como inexpertos conductores, dando bandazos de un lado de la carretera a otro y limitándose a tapar los agujeros con parches que luego resultan insuficientes para otras cuestiones de mayor calado, con lo que no se atisba una política estratégica que nos lleve a algún lugar.
Es evidente, pero no está de más recordarlo, el mundo se encuentra a la deriva, sin un líder natural que pueda tomar las riendas. Todos pensábamos que Obama podía ser ese líder, pero se ha ido evaporando en su propia retórica y en las luchas internas con el partido de la oposición. Sí ha conseguido contados éxitos en política internacional, pero se está mostrando incapaz para liderar el cambio, de la misma forma que Merkel y Sarkozy, líderes de los dos países más importantes de Europa, que todavía siguen enzarzados en mantener el poder en su propio país y que no pueden plantearse cotas mayores, también porque serían incapaces de asumirlas.