Un nuevo capítulo en la guerra de divisas parece que está por comenzar, en el que Brasil tomará un papel importante.
Brasil, uno de los países denominados BRICs y que se espera en 2011 sea la séptima economía mundial, y uno de los que ha sorteado la crisis de mejor manera, con un importante crecimiento, ha tenido el pasado 1 de Enero un cambio de gobierno, el que está decidido a sostener y apuntalar el valor del dólar para no perjudicar sus exportaciones.
El real se ha valorizado el último año un 4,6% y un 32% en todo 2009, pero los últimos días la tendencia se ha acentuado y las luces de alerta se han encendido, el abaratamiento del dólar hacen difícil competir con las importaciones chinas. Ya a finales de 2009 y para detener una apreciación del real, el gobierno brasileño impuso un Impuesto a las Operaciones Financieras (IOF) que grava al capital extranjero en renta fija y bolsa.
Con esta situación, según los analistas de The Wall Street Journal, Brasil podría ejercer presión para que China deje que su moneda se aprecie para solucionar los desequilibrios comerciales. Esta semana el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega dijo: «No vamos a dejar que nuestros amigos americanos derritan el dólar«. El mismo había denunciado el plan de EE.UU. de inyectar US$600.000 millones a su economía como un esfuerzo por debilitar el dólar y ayudar de manera injusta a sus exportaciones.
Ya el gobierno de Lula había criticado a EE.UU., por imprimir dólares para hacer bajar las tasas de interés , pero también a China, principal mercado exportador brasileño, donde casi el 80% de lo que le vende son materias primas, sobre todo hierro.
Además, un dato preocupante en Brasil, es que luego de muchos años exportó más productos básicos que manufacturados, estos últimos afectados por una moneda supervalorizada que les quita competitividad.
Para algunos analistas existen dos líneas de pensamiento en los brasileños; por un lado los fabricantes, que al igual que a los estadounidenses, les preocupa que un yuan infravalorado los haga menos competitivos a nivel internacional y por otro, los exportadores de commodities, que tienen en China el más grande mercado y no quieren disgustarlo.
Por otro lado, Brasil maneja la posibilidad de aplicar controles de capital más estrictos, entre otras medidas, para evitar que su moneda siga fortaleciéndose frente al dólar.
Misma situación está viviendo Chile, país rico en cobre y con un importante crecimiento a pesar de la terrible catástrofe del año pasado, se muestra como un país emergente con interés para los inversionistas, lo que está atrayendo capital extranjero fortaleciendo su propia moneda, a costa de un dólar más bajo. Días atrás anunció un plan para comprar US$12.000 millones, y aumentar sus reservas, también para evitar el debilitamiento de la moneda estadounidense, para ello emitirá instrumentos a corto plazo y usará facilidades por US$2.000 millones además de emitir US$10.000 millones en bonos en pesos.
Para salir de la crisis cada país utiliza sus propias armas, el problema es cuando las mismas afectan los intereses de terceros, el mundo está tan globalizado que no es posible establecer políticas monetarias que no reboten de manera negativa en nuestros socios comerciales. El proteccionismo disfrazado se están instalando en el mundo moderno, pero si todos comerciamos con todos, si todos dependemos en mayor o en menor medida de los otros países como proveedor o como cliente, valdrá la pena reunirse y poner reglas claras que conformen, aunque más no sea a la mayoría. Pero a pocos le sirve esta guerra desatada, que perjudica a muchos y beneficia a pocos.