¿Quién iba a pensar que el Gobierno estadounidense saldría a apagar el fuego de los capitales privados, por sus propios errores? Después de tantos discursos, Estados Unidos ha caído en sus propia trampa y las medidas que siempre le criticó a los gobiernos que no predicaban con su ejemplo de «mercados libres» que predicaban con un Estado distante del mercado privado, parece que ha sucumbido.
Ahora, lejos de los años rojos del comunismo, la economía más importante del mundo tambalea, y el Gobierno del país más capitalista del mundo sale con las mangueras a apagar un incendio, al cual lo rociaban con combustible, los que ahora piden agua a gritos.
La administración que «preside» George W. Bush tiene un plan para rescatar los cientos de miles de millones de dólares implicados en activos financieros tóxicos, y su Congreso deberá aprobar un paquete de unos 700.000 millones de dólares, y paralelamente, elevar la deuda pública hasta los 11,3 billones de dólares.
En sí, este plan prevé que el Departamento del Tesoro se haga con la compra de «activos relacionados con hipotecas a cualquier institución financiera con sede en Estados Unidos», según sostiene el proyecto y así garantizar el valor de mercado de los fondos comunes de inversión y detener la práctica del short-selling o venta en corto.
Para traducirlo, es la venta de títulos que aún no se poseen con la esperanza de que su valor descienda de precio y así adquirirlos a un precio inferior del que se vendió inicialmente, para dar estabilidad a los mercados financieros.
El proyecto sostiene que los activos deberán ser sobre hipotecas de viviendas o de comercios o instrumentos relacionados originados a partir del 17 de septiembre de 2008, con un dato extra, las entidades no estadounidenses podrán también deshacerse de los activos tóxicos.
La vida te da sorpresas… sorpresas te da la vida.