Fiat ha tenido hoy una marcha extra en el parqué italiano de Piazza Affari. Tras un poderoso rally por la plaza de los negocios de milán –sede de la bolsa- los de Turín han terminado la jornada con un + 8,86% en sus acciones cotizadas en el índice Ftsemib All share. Un buen resultado fruto, principalmente, de la dimisión de Luca Cordero de Monetzemolo como presidente de la empresa automovilística italiana y el paso de testigo de éste a John Elkann (de la familia Agnelli). “Fiat abre una página nueva en su historia” ha explicado al abandonar el cargo el que ha sido, para muchos economistas italianos, el más ilustre presidente del Lingotto.
Y es que para Fiat mañana comienza el primer día de una nueva era. El optimismo de la bolsa trasalpina se explica, más que por la dimisión de Montezemolo o por el hecho en sí de un cambio de liderato, por un cambio de estrategia debido al “fin de los malos tiempos”. Con Montezemolo al frente los del lingote –se autodenominan así por la forma compacta del viejo establecimiento Fiat en Turín- se enfrentan a un nuevo plan empresarial que podría incluir la división del grupo y la separación del sección automovilística en un ala independiente y más flexible ante los tiempos que corren.
El mismo Cordero se ha encargado de revitalizar la empresa hasta el punto de que dicha separación sea posible. En los siete años de presidencia no sólo se ha hecho con Crysler sino que ha conseguido apagar los importantes fuegos internos que le han ido apareciendo en el tambaleante camino hacia la supervivencia de la compañía. En el territorio nacional –sin ir más lejos- Montezemolo ha tenido un rol fundamental en la decisión del gobierno italiano sobre si mantener o no los incentivos para la compra de automóviles en Italia. Sin ellos “decía” el ex presidente “se habrían perdido numerosos puestos de trabajo”. Entre los cuales los de decenas de miles de italianos que trabajan en las instalaciones Fiat.
Algunos han cerrado, y con relativo escándalo mediático en Nápoles y en Sicilia por el traslado de las instalaciones a países de la Europa del Este donde la mano de obra cuesta menos de la mitad que en Italia, pero el manager ha sabido actuar con mucha mano izquierda en los tiempos difíciles. Acuerdos muy favorables con sindicatos, apoyo a ultranza por parte de un gobierno –el italiano- muchas veces inestable y poco transparente y mantener bajo control la deuda de 4.400 millones de euros que la compañía arrastra de deuda son las pequeñas obras de arte de Montezemolo durante sus 7 años de presidencia.
Tanto que él mismo se ha definido, al marcharse y dar las gracias, como “il traghettatore”, es decir, como el vadeador que ha guiado la compañía en los momentos difíciles. Por tanto el optimismo de los inversores, que se refleja en las cifras de hoy (un máximo intradía de 10,4 euros por acción, casi histórico y una media de acciones de la compañía de 69 millones tratadas a lo largo del día) no debe a interpretarse como alegría ante el despido de un manager indeseado. Sino como la andanada de honor de una embarcación que despide a su mejor almirante. Queda por ver si el joven Elkann es capaz de conducir Fiat con la suavidad y diligencia de Cordero. Mañana mismo Fiat publicará el nuevo plan empresarial para la “era post Montezemolo” y temblará la bolsa.