En los tiempos actuales, cuando la economía aprieta y muchas empresas no pueden acabar de pagar a sus proveedores aumentan los casos de morosidad en España.
Ya comentamos en este blog que la morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito a particulares y empresas se multiplicó por más de tres en agosto de este año y ello va en aumento, hasta el 2,449%, la tasa más alta en más de 10 años, desde que se situó en el 2,48% en mayo de 1998.
Así, el saldo de créditos dudosos aumentó en más de 5.300 millones de euros en un mes, al situarse en 43.693 millones de euros en agosto frente a los 38.374 millones que suponían en julio. El volumen total de préstamos concedidos hasta agosto alcanzó 1,78 billones de euros.
Las listas de morosos o RAI las realizan las cajas de ahorro y los bancos, además de empresas que las obtienen de sus propios bancos, y están formadas por nombres de personas o empresas que deben dinero a tales entidades financieras. En ellas se reflejan el importe que la empresa debe, o sea de la deuda. El objetivo es que las entidades crediticias conozcan y valoren la situación financiera de un cliente que busca financiación.
Una persona física o jurídica podrá entrar en una lista de morosos a partir del cuarto mes de impago contando desde el vencimiento de la obligación incumplida o del plazo concreto de la misma si fuera de cumplimiento periódico. Una empresa o persona sabe que está en tal lista porque se le notifica a través de correo ordinario.
Normalmente, uno puede salir de esta lista negra saldando su deuda. Pero también puede suceder que, aunque hayas pagado continues en la lista porque debes acreditar el pago junto a una fotocopia de tu Documento Nacional de Identidad. Aunque fuentes apuntan que muchas personas que han debido alguna vez y ya han pagado su deuda se quejan de que su nombre todavía sale en la lista de RAI, «alegando que es fácil entrar, pero difícil de salir».
Estar en una lista de morosos te cierra las puertas a muchas transacciones económicas. Por ejemplo, si vas a crear una cuenta nueva a un banco, pedir un crédito o financiación, o una hipoteca te deniegan todos estos servicios porque tu solvencia se pone en duda al pertenecer a esta lista que todos los bancos tienen.