El adelanto electoral era un secreto a voces de forma que no ha pillado a nadie por sorpresa, aunque sí puede haber llamado la atención la fecha elegida para los comicios, el 20 de noviembre, fecha del fallecimiento de los dos últimos dictadores que han gobernado España, Franco y Primo de Rivera.
Es evidente, que los mercados, en general, estaban pidiendo este adelanto de manera insistente por la sencilla razón de que las principales reformas estructurales necesarias para la viabilidad de la economía española ya se habían encauzado y ahora sólo debían implementarse de manera definitiva. Llegaba, entonces, el momento de iniciar otras reformas que no podrían estar terminadas, bajo ningún concepto, antes de marzo de 2012, fecha prevista inicialmente para las elecciones, por lo que este adelanto electoral consigue no cortar las próximas medidas de ajuste.
Por otro lado, la clave más importante de este adelanto electoral hay que medirla en términos de presupuesto del Estado ya que al celebrarse los comicios en noviembre, y no en marzo, se consigue que el Gobierno resultante pueda operar con sus propios presupuestos. Para garantizar la operabilidad del Estado se prorrogarán los actuales, pero sobre ellos se pueden realizar todas las enmiendas que se necesiten a lo largo del año. En ese sentido, Zapatero ha mostrado una gran responsabilidad de Estado.
Pero como nota negativa al adelanto cabe recordar todos los proyectos legislativos que se quedarán a medias por falta material de tiempo, destacando, principalmente la subcomisión parlamentaria para una posible modificación de la legislación hipotecaria.
Tras sólo tres sesiones y con la previsión de ofrecer sus conclusiones en el mes de diciembre, este adelanto electoral con la subsiguiente disolución de las cámaras a mediados de octubre provocará que esta subcomisión se acabe cerrando en falso.