Los despidos millonarios se han vuelto una moda hace algunos años, y hoy día no han desaparecido del todo. Más allá de algunos lances de empresas que necesitaron rescate de gobiernos, se frenaron los intentos de indemnizaciones y mucho más los de cobros de dividendos.
Un ícono del despido millonario en España, el ex presidente del BSCH José María Amusategui, salió airoso hace 3 años de un juicio que se le hizo a él y a otros funcionarios por el “delito de apropiación indebida o un delito societario de administración desleal”.
Amusátegui, que a principios de mayo de este año comenzó a formar parte del itálico grupo Generali, se vio envuelto en serios problemas cuando se hizo pública su indmenización, que rondaba los 44 millones de euros, pero finalmente fueron absueltos él y los funcionarios del Banco de Emilio Botín y Ángel Corcóstegui.
Otros caso famoso, en este caso en Francia, fue el de Daniel Bernard, ex presidente de Carrefour, quien, según lo que se hizo público en 2005, iba a recibir la suma de 38,8 millones de euros, lo cual debió salir a desmentir y a aclarar que sólo le iban a corresponder “apenas” unos 4 MM.
Pero los franceses además tienen más antecedentes, como lo sucedido cuando se fusionaron las empresas Total y Elf, donde quien había sido presidente hasta ese entonces, Philippe Jaffré, recibió al menos 30 millones de euros.
Cuando sucedieron estos casos emblemáticos en Francia, el entonces presidente de la Confederación General de Pequeñas y Medianas Empresas había declarado sentirse escandalizado tanto él como muchos más. “Son cifras que nos superan”, dijo. Y es que más allá que las empresas son privadas (en el estado es difícil que suceda o que nos enteremos) y lo manejan en forma privada, no han sido buenos antecedentes los sucedidos.
Y los accionistas, los pequeños sobre todo, han efectuado reclamos por “abuso de bienes sociales” y sostuvieron que lo que se abona por esos conceptos debe ir de la mano con el trabajo que han realizado.
HOLA