Estamos en un momento en el que nos dicen que la receta para salir de la crisis pasa por la austeridad, lo que implica necesariamente una subida de impuestos. Y el Gobierno de España parece estar de acuerdo con los designios de aquellos países europeos que marcan las riendas de la economía europea. Medidas que no sólo son aplicadas de conformidad, sino que posiblemente también figuren como condiciones a cumplir, tras recibir el rescate de nuestros bancos.
Conocemos bien los ingredientes de dicha austeridad, subida de impuestos, recortes, bajadas de salarios y demás medidas aplicadas durante el último año. Pero, ¿esto incita el consumo?, ¿conduce a la recuperación económica?.
Son muchos los expertos que opinan que estas medidas no sacarán a España de la crisis, y nosotros como ciudadanos cada vez más nos lo preguntamos. Pues dados los malos pronósticos para 2013, la posibilidad de quedarnos en paro y nuestro bajo nivel adquisitivo, nos lo vamos a pensar más de una vez a la hora de consumir o recuperar la confianza en nuestra economía.
Es cierto, que al subir los impuestos, aumentas la recaudación del estado. Pero dicha recaudación y ahora más que nunca, debe ir destinada necesariamente a compensar el agujero del déficit presupuestario que llevan presentando los balances de Hacienda en los últimos años y que sobrepasa el límite máximo del 3% que desde Bruselas nos imponen, lo que viene a significar que no podrá destinarse a la inversión y por tanto, al crecimiento de nuestra economía.
A esto hay que añadir, que dicha carga impositiva recae sobre todos los españoles, esa clase media ya asfixiada por las deudas, hipotecas y falta de ingresos, de una manera que al parecer es progresiva, pero cuya progresividad apenas percibimos. Y todo esto se agravará, si el gobierno decide finalmente pedir nuestro rescate, el del estado, no el bancario, cuyas consecuencias empezaremos a percibir a corto plazo. Y es que cuándo el precio de un determinado producto o un bien se encarece, lejos de aumentar la recaudación por el mismo, disminuye, pues la tendencia es a limitar el consumo de ese bien.
Situémonos en la reciente subida del iva del 18 al 21% y su repercusión en pequeños comercios, los cuales han tenido que seguir mermando su escaso margen de beneficios para asumir dicha subida para que no recayera en el consumidor, ante el temor de que este dejará de comprar o consumiera menos.
De manera que Hacienda parece seguir dando palos de ciego, con amnistías fiscales que no recaudan ni la mitad de lo esperado, con una economía sumergida que parece no tener freno, y con una clase media cada vez más empobrecida. De ahí que muchos defiendan la bajada de impuestos, pues llevada la austeridad a lo que parece niveles máximos, esta no parece funcionar.