¿Utilizar créditos rápidos?

Los créditos rápidos han estado presentes de un modo u otro entre las diferentes alternativas de financiación en las últimas décadas. Es cierto que han evolucionado de manera pareja al conjunto de la financiación, pero, en esencia, nos siguen proponiendo lo mismo: un modelo de financiación ágil, sin excesivo papeleo y eficaz para las necesidades de financiación inmediata.

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Realmente pocas herramientas financieras pueden llegar a ser tan eficaces ante un problema puntual de financiación, de hecho, el modelo responde perfectamente al criterio que se espera de él, un proceso rápido a través del que prácticamente desde el primer contacto con la entidad que proporcione al citado crédito rápido, ya vamos a poder saber las posibilidades de acceder al mismo, para, posteriormente y tras su aprobación (cada vez más rápida) recibir el dinero en un plazo verdaderamente corto.

Es cierto también, y no hay que ignorarlo, el hecho de un halo un tanto negativo alrededor de estos productos que, desde luego no se corresponde con la realidad. Podríamos establecer de hecho paralelismos con lo que puede ocurrir con las tarjetas de crédito, en ambos casos se trata de productos que deben utilizarse en la medida de una necesidad real, es decir, si utilizamos una tarjeta de crédito como elemento de disposición de metálico de manera constante al final corremos un riesgo serio de acabar con un endeudamiento elevado, así como pagaremos unos intereses y unas comisiones por disposición verdaderamente elevadas, es decir un gasto que no viene a cuento y que, bien empleada la tarjeta, no tiene por qué repercutirlos, es más, un buen uso de la tarjeta de crédito ayuda nuestras finanzas personales.

En el caso de los créditos rápidos, como decíamos, estamos ante un escenario muy similar. Un crédito rápido debe solicitarse desde la premisa de saber cómo va a responder, para qué lo solicitamos y nuestra capacidad de respuesta ante la devolución. Se trata de créditos que ajustados a sus condiciones pueden presentar costes parecidos e incluso menores que otros modelos de financiación, pero que, sin embargo, mal utilizados acarrean efectivamente cargos muy elevados, pero la culpa en todo caso no es del producto, es de un mal uso sobre el producto.

En definitiva estamos ante una herramienta útil, que durante los últimos años ha afinado mucho su propuesta hasta llegar a un producto muy versátil, capaz de adaptarse a todos los bolsillos y capaz de responder a prácticamente todas las necesidades de financiación media y baja, con incluso incursiones en otros ámbitos como el de los préstamos al consumo. Si necesitas financiación inmediata probablemente esta sea la primera opción que debes valorar.