Antes de que estallara el coronavirus y se expandiese monopolizando todas las conversaciones atropelladas, comenzaba la cuarta revolución industrial, un paso enorme en la reinvención de toda suerte de empresas que se digitalizaban y se dejaban seducir por el progreso definitivo.
La transformación digital no llega a todos los sectores por igual de manera natural. A veces consiste en reconvertirse conscientemente y para ello es importante contar con servicios que ayuden a hacerlo, como los que ofrecen servicios bancarios digitales como Qonto (los llamados neobancos), definiendo claramente los objetivos y estableciendo un plan de ruta con sentido en el que todas las partes se sientan cómodas.
La cuarta revolución industrial prometía vehículos autónomos, robots humanoides y una serie de equipamiento tecnológicos de alto nivel. La realidad no está muy lejos, ya hay proyectos pilotos con drones que entregan paquetes de Amazon en Reino Unido para estudiar así su operabilidad, camareros robots en distintos restaurantes – incluido en España – y hasta la Universidad Autónoma de Madrid estrenaba esta primavera su primer minibús sin conductor.
Está claro que la tecnología ha venido para quedarse y lo que antes parecía ciencia ficción cada vez va aterrizando más hasta llegar a normalizarse. La prueba de ello ha sido la llegada del coronavirus y la necesidad de utilizar la tecnología y el mundo digital como forma de comunicarse y seguir avanzando en la vida del día a día.
Sin embargo, como se ha dicho al inicio, no a todos los sectores les llega la digitalización a la vez ni tienen la capacidad de hacerlo de manera ordenada para que no se quede nada atrás.
La banca ha conseguido, a través de la digitalización, facilitar el día a día a sus clientes
El sector de la banca es un ejemplo. Un sector inminentemente tradicional que ha tardado un poco más, pero que sigue mejorando día a día en los servicios que presta para hacer más fácil la vida a un usuario totalmente digitalizado. Ya sea por la llegada de las fintech (servicios digitales financieros) o por el desarrollo de aplicaciones en los bancos clásicos, los bancos se están transformando.
La aparición de aplicaciones como bizum para poder hacer transferencias cómodamente ha supuesto una revolución tanto para el sector como para los usuarios, mejorando su percepción.
Igualmente, la visualización de movimientos clasificados por tipo de compras en la cuenta es otra funcionalidad que se valora. De un vistazo, se puede conocer cuánto se ha gastado en ocio y cuánto en transporte, por ejemplo.
Además, también la pandemia ha acelerado el uso de la tarjeta respecto al dinero físico. Muchos bancos, a través de sus aplicaciones móviles, dan la posibilidad de tener allí alojada la tarjeta, con lo que el pago sin contacto se vuelve mucho más sencillo, a través del móvil y sin necesidad siquiera de andar sacando la tarjeta de la cartera. Además, hay cuentas corriente que incluyen tarjetas bancarias virtuales, con las mismas prestaciones que las físicas.
Por otro lado, con la unión de distintas entidades bancarias y que cada vez se va menos a la oficina, muchos bancos están reconvirtiendo las oficinas a pie de calle. El caso de Santander llama mucho la atención, habiendo transformado alguna de sus oficinas en una especie de centro de coworking e, incluso, mucho antes de que el teletrabajo fuese asimilado como lo más natural en la vida profesional.