Un refrán tradicional, para hablar de algo o alguien que siempre está atento o se mueve de manera directa reaccionando algo, dice que esa persona no da puntada sin hilo (tiene más interpretaciones lógicamente como todos los refranes) algo así podríamos opinar de los movimientos encadenados del mercado cuando la previsión de algo se dispara hasta alcanzar límites, muchas veces, poco claros. Y no sabemos si esto es lo que está ocurriendo a nivel financiero con los coches eléctricos.
La oferta de coches eléctricos aumenta de manera exponencial. Pero, más aún, si analizamos la vocación de la industria para los próximos años, encontramos un panorama que puede que, a muchos lectores, si aún no ha profundizado en este tema, le sorprenda. Según algunos cálculos, estamos hablando de que para 2040 el parque de vehículos eléctricos será el dominante y el parque de los vehículos convencionales será residual.
¿Es posible que los vehículos eléctricos acaben dominando el mercado?
Para ser justos debemos decir que ya lo hicieron. Antes que el motor de combustión lo dominará todo, los primeros vehículos se desplazaban con motores eléctricos. No será hasta bien entrada la primera década del siglo XX cuando el motor de combustión se lleve por delante la hegemonía de un incipiente mercado.
Desde entonces, regularmente los coches eléctricos han ido apareciendo como alternativas, al principio económicas, y posteriormente ecológicas.
En la actualidad, y con políticas drásticas como la reducción de 55% de emisiones exigido por la unión europea, los fabricantes de vehículos se hallan enzarzados en una carrera, un tanto loca, por aumentar cada vez en mayor medida su catálogo de vehículos eléctricos.
Esto, supone una reestructuración del sector industrial de un carácter más que importante. Hay que tener en cuenta que se calcula que la fabricación de un vehículo eléctrico supone un coste en horas de un 30% menos que un vehículo convencional. Pero, más aún, supone un menor uso de espacio para montaje etc. Esto ya tiene un reflejo en los planes de reestructuración de las compañías automovilísticas. Sin embargo, lo que no está tan claro es que los vehículos eléctricos acaben dominando el mercado.
Motivos hay muchos, pero los principales son realmente interesantes, al menos desde el punto de vista del estudio.
El primero de ellos tiene que ver con algo tan práctico como de donde surgirá la carga eléctrica suficiente para soportar un parque de vehículos exclusivamente eléctricos. La red eléctrica, tal y como la conocemos, no se encuentra preparada para soportar semejante carga, o por lo menos, para que semejante carga no suponga un peligro. Esto significa que hay que aumentar la red eléctrica. Pero, la velocidad con la que se puede fabricar energías limpias y renovables para aumentar la red eléctrica no corre pareja a los tiempos en los que se prevé este desembarco de los vehículos eléctricos. Todo esto podría llevar a un entorno realmente kafkiano en el que para poder alimentar vehículos eléctricos de cero emisiones deberíamos utilizar energía eléctrica producida por métodos convencionales y sucios. Lo cual, lógicamente, elimina la componente ecológica de la ecuación.