En los últimos años se ha generado alguna paradoja financiera compleja, y en ocasiones difícil de explicar para cualquier analista. Una de ellas es el miedo al ahorro, más presente de lo que pensamos y que, realmente, tiene una justificación bastante lógica.
En primer lugar, para situarnos, debemos entender que se trata de un sesgo emocional muy relacionado con una franja de edad bastante concreta, fundamentalmente los jóvenes y que puede alcanzar hasta los millenial, pero, de dónde viene este miedo.
¿Qué es el miedo al ahorro?
No existe aún una definición o palabra concreta para explicar una situación de miedo al ahorro, pero si existen algunos factores que influyen:
- Un modelo de vida consumista en el que lo inmediato resulta básico desde el punto de vista del consumo
- Una situación de tipos de interés e inflación en el que el valor del dinero se devalúa de un día para otro
Esto provoca que, como reacción en cadena se comience a pensar que el dinero ahorrado es dinero inmovilizado (un gran error) y el miedo a la pérdida de valor hace que se entienda que el consumo es un factor relevante ya que aporta bienes o servicios y la conversión es paritaria con la evolución del precio más o menos.
Esto, a su vez, se traduce en que cada vez los jóvenes ahorran menos, tanto porque no pueden, como porque entienden que su dinero en el futuro valdrá menos obtendrá menor potencial de consumo.
¿Se puede enmendar este error?
Sí, pero no es sencillo. Hay que tener en cuenta que se trata de un modelo tan enquistado que resulta complejo salir de un círculo de consumo y visualización del gasto como estrategia correcta.
Probablemente, la fórmula más adecuada para tratar de perder el miedo a ahorrar es ser capaz de hacer números valorando lo que el ahorro a medio y largo plazo proporciona. Estos números, deben basarse siempre en el interés compuesto y en el efecto bola de nieve que a largo plazo produce el ahorro remunerado.
Obviamente, no ayuda mucho la situación de productos financieros tradicionales como los depósitos o las cuentas de ahorro, absolutamente aniquilados en un entorno de tipos de interés bajo. Tampoco ayuda que las últimas decisiones de los bancos centrales haya sido la de mantener los intereses bajos y el precio del dinero muy por detrás del volumen de inflación.
Sin embargo, una herramienta poderosa es realizar un cálculo de tu futura pensión de jubilación y valorar la pérdida de poder adquisitivo que va a suponer respecto a la calidad de vida que pretendes mantener. Esto, que no se suele hacer, puede resultar devastador cuando descubrimos que la pérdida de poder adquisitivo va a ser realmente grande y la necesidad de ingresos complementarios fundamental.