Ni siquiera la temporada de rebajas le permitirá a los comerciantes cerrar la temorada de verano con una sonrisa.
Lo que antes se tornaba un torbellino de ventas, ahora no es más que una serie de semanas más, donde y a pesar de los carteles que reflejan la baja de precios, los clientes, siguen esquivando los gastos fuera de presupuesto.
Pero ello, los comerciantes españoles notarán a finales de la temporada primavera-verano, una caída de las ventas cercana al 5%, en medio de una restricción del consumo como hacia tiempo no sufríamos.
A pesar de que la facturación en esta temprada de rebajas ha aumentado entre un 10% y un 15%, la Confederación Española de Comercio (CEC), sostiene que pese a este incremento en la facturación «no se salvará» la temporada primavera-verano, por lo que al final de cuentas, las ventas entre marzo y agosto serán un 5% inferior al del mismo periodo de 2007.
Es evidente que existen en el mercado dos posturas que han llevado a que se retraigan los resultados, y que la temporada de rebajas no haya ayudado a levantar uno de los peores años para la economía española.
Por un lado, sobrevuela en el pensamiento colectivo, una sensación de inseguridad acerca de si es correcto gastar en medio de la crisis, es decir que reina una sensación de desconfianza entre los consumidores.
Por otro lado, no se puede ocultar, que muchas de las familias españolas han visto decrecer su poder adquisitivo, y han contarido sus bolsillos y solo gastan en lo pautado dentro del presupuesto familiar.
En función de la temporada otoño-invierno, CEC sostiene que será «difícil, complicada y de ajuste», aunque afirman que el sector comercial «está cumpliendo su función y lo está haciendo muy bien», reduciendo sus márgenes.
Sin embargo, desde la entidad han comunicado que a pesar de la caída de las ventas, descartan cierres de establecimientos y pérdida de empleo, ya que el pequeño comercio «aguanta más que la gran distribución, que ya está despidiendo a gente».
¿Será así, o las consecuencias todavías no las hemos visto?