La inversión directa en bolsa se ha simplificado mucho en los últimos años para cualquier perfil de usuario. Sin embargo, no todas las personas estamos preparadas para este tipo de inversión. Vamos a descubrir las posibles ventajas de buscar invertir en alternativas a la Bolsa.
Obviamente estamos ante un panorama verdaderamente enorme ya que las opciones de inversión/ahorro son muchas, por tanto para poder catalogar y agrupar de algún modo estas opciones distinguimos dos grandes grupos:
- Inversiones que prima la seguridad por encima de todo
- Inversiones que buscan la rentabilidad y son capaces de asumir el riesgo
El primero de los grupos está directamente relacionado con la búsqueda de opciones de garantías o con riesgos mínimos. Se trata de productos financieros como los seguros de ahorro, los depósitos, los bonos… En definitiva opciones que no pongan en riesgo en ningún caso nuestro dinero o que asuman riesgos muy bajos.
La gran ventaja de invertir en este tipo de opciones descansa sobre todo en la seguridad de tener nuestro dinero protegido. Por otro lado se trata de productos conocidos, de fácil acceso y cuya comercialización se encuentra muy extendida. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la rentabilidad de este tipo de opciones es muy baja en la actualidad, y que por otro lado suele tratarse de opciones poco flexibles a la hora de mover nuestro dinero de un sitio a otro.
Un buen ejemplo de este grupo son los seguros de ahorro
Seguros de ahorro
Se trata de seguros de vida asociados a una póliza de ahorro garantizado (aunque pueden presentarse otras alternativas). Este ahorro garantizado no solo preserva el capital aportado sino que además nos ofrece una rentabilidad pactada de antemano.
La gran ventaja de esta herramienta de ahorro reside en la seguridad junto a una rentabilidad media superior a la que encontramos en otros productos garantizados como los depósitos. Por otro lado la asociación del ahorro con el seguro de vida aporta aún mayor solidez al conjunto.
Se trata de una opción muy interesante para aquellos que no desean ver comprometido su dinero según la evolución de los mercados.
En el caso de aquellos que decidan invertir y ser capaces de asumir ciertos riesgos las posibilidades se amplían mucho. Desde aquellos que buscan invertir en valores refugio como el oro, hasta los que apuestan por productos que invierten en bolsa pero permiten diversificar más que la participación en un activo como los fondos de inversión, las posibilidades son muchas.
En cualquier caso hay que tener en cuenta que la evolución de los mercados de un modo u otro casi siempre va a estar presente en la evolución de estos productos u opciones. Es evidente que cuando apostamos por un fondo de inversión lo hacemos por una herramienta más flexible y diversificada que un único activo en bolsa, pero, no deja de ser una participación en diferentes activos de bolsa.
Dos buenos ejemplos de este grupo son los fondos de inversión o los depósitos estructurados.
Los fondos de inversión
Son sin duda la opción más extendida y más conocida. Se trata de herramientas que permiten participar en la evolución de los mercados pero, a la vez, gracias a su propia estructura pueden protegernos en los malos momentos de esta evolución.
A la vez, gracias a que se conforman a partir de una gran cantidad de carteras de valores, índices y sectores, podemos llegar con nuestra inversión de manera diversificada a lugares donde nos resultaría complejo invertir directamente.
Por otro lado estamos ante un instrumento de inversión con una oferta enorme, miles de fondos de inversión que en la gran mayoría de casos pueden ser contratados a partir de aportaciones poco elevadas.
Depósitos estructurados
Se trata de imposiciones a plazo fijo pero a diferencia de las tradicionales, en este caso la rentabilidad no está garantizada y se vincula a la evolución de determinados índices, activos, divisas o cualquier activo financiero presente en el mercado.
Es importante tener en cuenta que no sólo no queda garantizada la rentabilidad, sino que en algunas ocasiones puede llegar a verse afectado el capital dependiendo de la evolución del depósito. Una de las grandes ventajas lógicamente descansa en una expectativa de rentabilidad muy superior a la media de cualquier plazo fijo en la actualidad. Por otro lado suelen presentarse con plazos de imposición amplios que van desde un año hasta diez aunque, como corresponde a su personalidad de depósitos no resultan flexibles a la hora de la liquidez durante el periodo de imposición.