El aumento de las hipotecas en el primer semestre del año, aumento histórico que han llevado a cifras similares a las de 2010, también ha traído consigo, como siempre ocurre, un aumento en las operaciones de aval o garantía sobre los préstamos hipotecarios. En este contexto, es importante valorar que hay que tener en cuenta antes de firmar un aval.
La firma de avales es relativamente frecuente, y se produce cuando el solicitante del préstamo hipotecario, a juicio de la entidad financiera, no reúne todas las condiciones de solvencia crediticia necesarias para garantizar que cubre el riesgo de impago. En ese contexto es cuando se solicita la presencia de un avalista.
Qué es un avalista
El avalista es quien responderá de manera directa por la deuda en caso de que el avalado no cumpla con sus obligaciones. Es decir, si se genera una situación de impago, el avalista puede perfectamente acabar pagando la deuda del avalado si éste no lo ha hecho.
Ante una situación de impago, avalar un préstamo se considera asumir la deuda que el avalado no satisface. Esto no significa que, de manera inmediata, cuando se genera la deuda, la entidad financiera vaya a embargar al avalista, generalmente el proceso es el siguiente:
- Reclamar al deudor la deuda impagada
- Estudiar las opciones de embargo sobre el deudor
- Si el embargo no se produce por falta de bienes, o se produce de manera parcial cubriendo sólo una parte de la deuda, la entidad acudir a al avalista
- Al avalista la entidad le reclamará en primera instancia el pago de la deuda
En caso de que el avalista no haga frente al pago reclamado, la entidad iniciará un proceso legal para el embargo de bienes o propiedades del avalista en cantidad suficiente para satisfacer la deuda
Qué valorar antes de firmar un aval
Uno de los problemas importantes que se generan en los procesos de avalar, fundamentalmente préstamos hipotecarios, es que entran en juego factores sentimentales o emocionales. Por ejemplo, cuando se trata de avalar a un familiar para la adquisición de una vivienda.
Sin embargo, es una operación financiera de riesgo. Firmar un aval significa comprometer una parte del patrimonio en caso de que el avalado no responda, por el motivo que sea, a su deuda. Por tanto, esta operación debe ser estudiada con la máxima racionalidad financiera posible y teniendo en cuenta elementos como el importe que se va a avalar, las posibilidades reales del avalado para devolver el dinero solicitado, e incluso, lo que le supondría al avalista en patrimonio en caso de un impago por parte del avalado.
En definitiva, se trata una operación compleja, que ningún caso debe tomarse a la ligera, y que, a ser posible, debería reducir la cantidad avalada al máximo, y realizarse siempre con las mayores garantías posibles de cumplimiento de los pagos correspondientes por parte del aval.