Hace tiempo que el consenso de los analistas barrunta la posibilidad de que si Estados Unidos no está ya en recesión tardará poco en estarlo. Hasta ahora desde la Reserva Federal han evitado hablar claramente esta posibilidad, asegurando que harán todo lo posible por aumentar el crecimiento de la economía estadounidense. Y así ha sido con varias y agresivas bajadas de tipos de interés, entre otras medidas. Incluso, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, ha anunciado un plan de reestructuración del sector financiero.
Sin embargo, finalmente Ben Bernanke, presidente de la Fed, se ha visto obligado a claudicar y admitir sin utilizar la palabra recesión que «la economía de EE.UU. está atravesando un momento muy difícil. No parece probable que el PIB crezca mucho, si es que crece, en la primera mitad de 200 y aún podría contraerse un poco». El mandatario defendió la política del organismo que preside, destinada principalmente a fomentar el crecimiento a través de a inyección de liquidez en el sistema financiero.
Desde su punto de vista ya se ha producido «gran parte del ajuste financiero y económico necesario, y las políticas monetarias y fiscales están en marcha, lo que debería apoyar un retorno al crecimiento en el segundo semestre de este año y el próximo. Yo sigo confiando en las perspectivas de nuestra economía en el largo plazo». Además, pese a mostrar su inquietud por la inflación precisó que seguirá apostando por fomentar el crecimiento. De hecho, prevé que sus medidas den frutos en 2009 cuando espera que la economía estadounidense recupere un buen ritmo de crecimiento.
Estas declaraciones han servido para calmar a los analistas pese a los malos datos macroeconómicos que reflejan una de la mayores caídas del 28,7% en la solicitud de hipotecas en la semana terminada el 28 de mazo y un descenso de los pedidos de fábrica también cayeron más de lo esperado en febrero: un 1,3% frente al 0,8% estimado por los analistas.
Por fortuna para Bernanke, según ADP la economía estadounidense también ofrece datos positivos como la creación de 8.000 empleos en marzo frente a la previsión de una caída de 45.000.