La crisis económica y la falta de un marco regulatorio estable está provocando el cierre de un gran número de empresas del sector de las energías renovables, especialmente en los relativos a energía eólica y energía fotovoltaica.
Durante los últimos quince años se han invertido más de 25.000 millones de euros en la construcción de parques eólicos. Estas inversiones realizadas durante estos últimos años hace posible que España disfrute de 22.000 megavatios eólicos instalados en el país, y repartidos en unos mil parques eólicos distribuidos por toda la geografía española. Sin embargo, desde el comienzo de la crisis económica el temor y la incertidumbre se han instalado en el sector.
Demasiados cambios normativos
Este clima de incertidumbre y de miedo ante el futuro está principalmente provocado por los diferentes cambios normativos que se han ido adoptando en los últimos tiempos, provocando la pérdida de más de 50.000 empleos y el miedo de sus promotores al ver amenazadas sus inversiones.
Entre todas las modificaciones regulatorias que se han ido produciendo el panorama del sector se ha vuelto muy sombrío, especialmente al tener que soportar una alta presión fiscal, una moratoria para las nuevas instalaciones, la carencia de un marco regulatorio después de diciembre de 2012, y el nuevo impuesto del 6% sobre la generación eléctrica.
Un nuevo escenario más sombrío
Estas circunstancias están provocando una pronunciada caída en la cartera de pedidos y un aumento en los expedientes de regulación de empleo que está afectando de forma muy grave al sector. Una de las empresas que está resultando muy afectada es Gamesa, que a finales de octubre presentó un nuevo Plan de Negocio para hacer frente al nuevo escenario. Este Plan de Negocio supone un ajuste global de la empresa que tendrá lugar entre octubre del presente año y el primer trimestre del próximo año 2013, de unos 1.435 trabajadores. En España la reducción de personal afectará a unas 480 personas, apróximadamente el 10% de su plantilla.
Otro de los grandes grupos afectados por el nuevo escenario es Vestas, que ha expresado su intención de llevar adelante una reducción en su plantilla a nivel mundial hasta dejarla en 16.000 empleados, debido fundamentalmente a las pérdidas que ha venido soportando durante los nueve primeros meses de este año. En España la compañía ha anunciado que despedirá a 251 empleados de distintas fábricas.
También la empresa Silken ha anunciado que cesará su actividad en España como consecuencia de su pérdida de competitividad en el mercado de móculos fotovoltaicos. La empresa, que está en concurso de acreedores, ha planteado un ERE de extinción de toda la plantilla (230 trabajadores) en su planta valenciana de Rafelbunyol.