En estos pasados días el Fondo Monetario Internacional a través de dos de sus directivos ha expresado su preocupación por la falta de regulación del mercado de crédito monedas y la necesidad de buscar caminos para modificar esta situación.
Con diferentes argumentos, pero fundamentalmente basado sobre la estabilidad del sistema financiero convencional, se lanza una idea que se viene masticando desde los altos organismos monetarios internacionales hace tiempo.
Sin embargo, no queda tampoco excesivamente claro cuáles serían las líneas de actuación sobre las que influiría dicha regulación. Hasta ahora lo que podemos entender se divide en los siguientes apartados
Licencias y supervisión
La actualidad implica que los proveedores de servicios sobre activos digitales no cuentan con un modelo concreto de licencia o supervisión. En un proceso de regulación esto debería cambiar de manera radical y sería necesario poseer dichas autorizaciones para procesos como:
- Almacenar
- Realizar transferencias
- Realizar operaciones sobre activos digitales
En definitiva, todas las actividades comerciales relacionadas con criptomonedas se deberían regular y las entidades que participen en dicho mercado, a su vez, poseer licencias y autorizaciones.
No quedan claras las diferentes clases de licencia y si se modificaría en función del papel que fue la entidad.
Requisitos
En el caso de los comercializadores de activos digitales o servicios relacionados de inversión se establecerían criterios en línea con los que ya tienen hoy en día, por ejemplo, las agencias de valores a la hora de comercializar productos financieros.
Lo que no queda claro es quien supervisaría estas actividades o si sería necesario la creación de nuevos organismos de supervisión. Se presupone que los propios bancos centrales y las entidades reguladoras convencionales serían quienes se encontrarían en el eje de estos requisitos y su supervisión.
Cumplimiento de normativas
Uno de los problemas graves con los que choca esta petición de regulación del mercado de criptomonedas es que no existe ningún tipo de legislación a la que acogerse, y la que existe relativa a los productos financieros convencionales no sirve.
En lo que se traduce esto es en la necesidad de nuevas leyes y nuevos modelos de supervisión y control que regulan aspectos hasta ahora desconocidos por las finanzas convencionales. Por ejemplo, la descentralización y el papel de los contratos inteligentes a la hora de participar en las finanzas descentralizadas.
No existe mucho material avanzado en este sentido y, por tanto, parece complejo un proceso de regulación basado exclusivamente en modelos antiguos en los que no sería posible ver reflejada la realidad actual.
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