Japón no sale aún de sus problemas pero sorprende con la marcha de su moneda, que se ha especializado en subir cuando el resto tiembla. Sabemos que el mundo de las divisas es impredecible y tiene muchas fluctuaciones. Y los tiempos actuales son un claro ejemplo de ello.
Con el paso del tiempo, el yen ha llegado a ser la guía de todo inversor. Por su parte, ha dejado de ser el carry trade, dándole su lugar al dólar como moneda de financiamiento barato (¿estará buscando ese puesto el euro?).
Cuando hay optimismo en el ambiente, los inversores apuntan al riesgo y a más potencial de rentabilidad. Pero, cuando los nubarrones vuelven, traen una actitud más conservadora. Los inversores ya no buscan rentabilidad, sino proteger su patrimonio. De esta manera, es que el dólar australiano sufre y el yen resurge.
Hasta la fecha, la moneda nipona es la más fuerte del mundo. Se encuentra en un alza constante, llegando a subidas del 4,2% contra el dólar estadounidense; 5,5% contra el dólar australiano; y 9,6% contra la libra esterlina. En cuanto a la moneda común europea, ha logrado ganarle un terreno del 9,8%. Esto, “en consecuencia de los vaivenes ocurridos en Grecia”.
Y todo en base al viejo carry trade; que para esta ocasión es un anti-carry trade. Este sistema anti-financiación barata propicia la subida de divisas como el yen, ya que los tipos no son los de antes, 0,01% y la moneda se encuentra en una mejor posición.
Se dice que el comportamiento del yen queda a dependencia del veredicto de las autoridades japonesas. Es decir, devaluar para mejorar las exportaciones, o viceversa.
De todas formas, apostar al viejo y reconstruido país oriental, no es mala opción.