En los últimos meses las investigaciones policiales están poniendo sobre la mesa, las tentaciones de muchos por estafar y evadir sus obligaciones fiscales. Pero cuando los nombres son tan conocidos y han sido tan influyentes como el de Gerardo Díaz Ferrán, la indignación parece asentarse más en el clima de crispación que la presión fiscal y el ahogo económico en general están generando en todos los españoles.
Y es que hoy ha sido el turno del expresidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, al que se le acusa de supuesto alzamiento de bienes y blanqueo de dinero, junto a ocho personas más. Y aunque de momento son supuestas imputaciones, no dejan de generar un malestar social, por venir precisamente del que fuera presidente de la patronal española durante más de tres años.
La operación policial denominada Crucero y que ha supuesto la detención de Gerardo Díaz, continúa abierta a la espera de nuevos registros que esclarezcan los hechos y parece estar relacionada con la investigación iniciada a raíz de las querellas presentadas por AC Hoteles, Meliá Pullmantur y Orizonia.
Esta detención se produce hace apenas unos días de cerrarse el plazo de la amnistía fiscal concedida por el gobierno para que aquellos que habían eludido al fisco, como supuestamente se acusa al expresidente de la CEOE, pudieran blanquear el dinero sin fichaje alguno y con una gravamen de tan sólo el 10% de lo blanqueado. Amnistía que no ha conseguido los resultados esperados y no es de extrañar al conocer casos como este.
Concretamente, lo que se le imputa a Díaz Ferrán es de haber desviado a Suiza 4,9 millones de euros, lo que contrasta con su declaración de insolvencia al no poder hacer frente quiebra del grupo Marsans por el que se le adeuda el pago de 417 millones de euros y que afecto a más de 4.700 personas en 2010. Al parecer, oculto su patrimonio para no tener que hacer frente a las deudas generadas por su empresa turística.
Vamos, que tenemos ante nosotros al empresario modelo que presidio durante algo más de tres años, presidio la CEOE, marco la hoja de ruta de la patronal española, y que se declaró insolvente cuando su gran compañía turísitica Marsans, quebró en el verano de 2010.