Una recesión se define como dos trimestres consecutivos de contracción del producto interno bruto (PIB). En este sentido, Estados Unidos experimentó cuatro trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB desde el tercer trimestre de 2008 hasta el segundo trimestre de 2009, una recesión de buena fe.
Pero incluso después de que el PIB comenzó a crecer, entre una preocupante situación económica mundial, con alto desempleo, la Unión Europea con una crisis de deuda, la amenaza de una inflación galopante en el país y el extranjero, el derrame de petróleo del Golfo y más, dejó a muchos preguntándose si la recuperación sería de corta duración.
En el verano de 2010, destacados economistas habían pronosticado una recesión de doble caída, una situación en la que la economía empieza a recuperarse de una recesión, luego se sumerge de vuelta.
La Oficina Nacional de Investigación Económica no reconoce el término ni tampoco sobre si el evento temido ha pasado.
Algo en lo que todos los economistas están de acuerdo es que los consumidores desempeñan un papel fundamental para poner fin a las recesiones. El gasto del consumidor es por lo menos dos tercios del total del PIB en los Estados Unidos. Una de las señales de advertencia de una recesión de doble caída es el estancamiento de la confianza del consumidor en la economía.
El Índice de Confianza del Consumidor, calculado por el Conference Board, tocó fondo en febrero de 2009 llegando a 25.3. Ese número subió como la economía se recuperó, pero luego tuvo una estrepitosa caída en junio de 2010 tras una serie de informes de desempleo en alza. La baja confianza en la economía por lo general significa que los consumidores ajustan sus bolsillos y recortan el gasto.
De acuerdo con la Oficina de Análisis Económico, el gasto del consumidor aumentó a un ritmo moderado durante el segundo semestre de 2010, así como la renta disponible de los consumidores se redujo en unos meses. La Reserva Federal también hizo su parte para evitar una recaída. En un esfuerzo por mantener bajas tasas de interés, lo compró cientos de miles de millones de dólares de títulos del Tesoro.
Históricamente, los bajos tipos de interés han estimulado el endeudamiento de las empresas y hogares, y el dólar más barato ha sido una bendición para las exportaciones.
El miedo a la recaída parece haberse desvanecido por ahora. El PIB creció un 2,6% y 3,2% en el tercer y cuarto trimestre de 2010, respectivamente. Pero después, una década que finaliza humillada por la crisis económica, ¿estaremos próximos a otra recaída?