Durante este año 2014 hemos podido confirmar que los ricos cada vez son más ricos y, a la vez, como se abre la brecha de la desigualdad en el reparto de la riqueza. Existe también otra brecha abierta menos explícita y que atañe a la desigualdad de género, ya que, dentro del aumento de multimillonarios la proporción entre hombres y mujeres es simplemente abrumadora a favor de los primeros.
Esto da como resultado que dentro de la lista de multimillonarios de Forbes, de ese grupo de personas que controla el 3% de la riqueza global, cuyo patrimonio neto supera el 9% del Producto Interior Bruto mundial, sólo el 10% son mujeres según los datos del año 2014.
El único lugar donde se revertiría esta proporción, aunque no mucho, es Estados Unidos donde entre los 67 multimillonarios (con fortunas por encima de los 1000 millones de dólares) 10 son mujeres.Teóricamente, esto que puede parecer poco sorprendente, al menos en el caso de Estados Unidos sí lo es, ya que no siempre ha sido así.
Si tomamos los datos del año 1969 veremos que el porcentaje de mujeres que engrosaban la lista de los más ricos de Estados Unidos alcanzaba prácticamente 50% de dicha lista, es decir, mucho más que en la actualidad en Estados Unidos y a años luz de lo que supone a nivel internacional. El motivo fundamental de todo esto es que la riqueza extrema antaño casi siempre resultaba ser hereditaria, era una realidad social con su propio desarrollo y sus problemas, pero que sin embargo generaba muchas más mujeres multimillonarias que accedían a las fortunas a través de las herencias.
Para el año 2000 el peso de las mujeres dentro de las listas de multimillonarios en el país había disminuido, cayendo a una tercera parte; la explicación, también hay que encontrarla dentro de una modificación social tan importante como el comienzo de los avances tecnológicos que el que se consideran en el origen del aumento de los rendimientos de la actividad empresarial, esto hace que crear una empresa pueda llegar a ser mucho más rentable que obtener una herencia y que, por supuesto, la riqueza repartida entre diferentes generaciones y en muchos casos disipada a partir de ese reparto.
Por tanto, esta desaparición o reducción de la presencia de las mujeres dentro de las listas de multimillonarios, al menos en el caso de Estados Unidos podría entenderse de algún modo como el ocaso de las grandes dinastías familiares en favor de la movilidad social y económica a partir de las iniciativas empresariales, pero, si aceptamos esto, debemos aceptar que a pesar de los avances en la igualdad de género las mujeres no tienen las mismas opciones cara al éxito empresarial, algo difícil de comprender cuando en los espacios intermedios las comparativas de trabajo, talento, ingenio, capacidades, etc., están más que igualadas, y, es más, con un grado de asunción de dicha igualdad muy elevado.
Nos podemos encontrar con decenas de teorías que tratan de justificar esto. La realidad es más simple la mujer tiene peor acceso a la probabilidad de ser empresaria, en los estudios comparativos se puede encontrar, y de hecho se encuentra, más de un elemento evidentemente influyente en este aspecto, por ejemplo, las mujeres empresarias tienen más difícil el acceder a la financiación de capital riesgo, tan importante en Estados Unidos. Menos del 10% de la inversión de capital riesgo en el país en dirección a mujeres empresarias. Por otro lado, también existen opiniones que hablan de un menor nivel de conciliación en el caso de la dirección de grandes proyectos empresariales que difícilmente es compatible con el concepto familiar tradicional, aunque, esta teoría va perdiendo fuelle En favor de algo tan simple como que la desigualdad de género también llega al mundo de las altas finanzas y empresas.