La denominada economía social tiene sus orígenes en el siglo veinte (finales de los setenta aproximadamente) en los países de Francia, Bélgica, España y Portugal y surge como crítica al sistema capitalista.
Entre sus principales características se encuentra la de escindir la economía del sector público de la privada de origen capitalista. Sus principios más importantes son:
- Procesos de decisión democráticos.
- Participación de los trabajadores y demás personas en la distribución de la utilidad obtenida.
- Independencia en la gestión.
- Atender las necesidades sociales por sobre la obtención de beneficios.
Cabe destacar que este tipo de sistema suele emplearse en organizaciones cuyo objetivo final no está dirigido a unas pocas personas en lo que hace a la repartición de la renta, sino que que tienen como finalidad la cooperación para lograr el bienestar general. Son ejemplo de ello las cooperativas, mutuales y asociaciones.
En la actualidad son cada vez más los países que intentan reconocer a esta corriente como herramienta para alcanzar la igualdad y quitar fuerza al actual sistema. Naciones como Italia, Grecia, Suecia y Reino Unido se encuentran en plena expansión del concepto a través de instancias comunitarias y actividades educativas.
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