Tras la revisión que ha realizado el INE sobre los datos del IPC adelantado del mes de agosto, nos encontramos con que se produce un retroceso de una décima con respecto a agosto de 2010, en lugar de 2 décimas como había dictaminado el indicador adelantado publicado por el Instituto Nacional de Estadística hace unas semanas.
Con esta corrección la tasa interanual de inflación se situó en el 3% en este mes de agosto, lo que supone regresar a los datos de diciembre de 2010, ofreciendo una estabilidad en la inflación muy interesante a la hora de calibrar la evolución de la economía aunque con cierto riesgo teniendo en cuenta que nos encontramos al borde del crecimiento económico cero.
Según ha publicado el propio INE, el retroceso del IPC se debió principalmente a la reducción de los precios de los transportes, debido fundamentalmente a la caída de los precios de los carburantes, y al descenso de los precios de los hoteles, que acuciados por la crisis incrementaron sus precios en agosto de 2011 menos que en agosto de 2010.
Por otro lado, la inflación subyacente, aquella que elimina de su cómputo los productos más volátiles, como son los energéticos y los alimentos no elaborados, se situó en el 1,6%, la misma que había presentado en el mes de julio.
En definitiva, y siempre según los datos del INE, nos encontramos en un escenario en el que la estabilidad parece la norma y que parece que se mantendrá de esta forma al menos hasta final de año, con posibilidad de incrementarse ligeramente a principios de 2012.
Sin embargo, todo queda supeditado a las incertidumbres que subyacen a los mercados internacionales, con la situación de la economía griega todavía por resolverse y con Alemania y Francia en plena crisis de identidad, intentando resolver si quieren ser la locomotora de Europa o si, por el contrario, mirarán hacia el mercado interno para intentar solventar sus propios problemas.
Una de las mayores incógnitas que se nos presentan en los próximos meses es saber hasta que punto nos encontraremos en un escenario de crecimiento económico cero o crecimiento económico negativo, lo cuál aparejado con una inflación a la baja nos puede dar una situación realmente complicada, como una pescadilla que se muerde la cola, de la que será muy difícil escapar.
Por ello, los países desarrollados deberían de aplicarse el cuento y salir cuanto antes de este afán desmesurado por apretarse el cinturón que está provocando que ninguna economía importante esté consiguiendo crecer, ya que tanto se esforzaron por evitar el déficit, que se olvidaron de dinamizar el crecimiento de sus países.
Con los datos económicos de este primer semestre de 2011, parece que todos han comprobado que algo estaban haciendo mal y que debían de cambiar sus prácticas. Sin embargo, los mercados internacionales siguen mostrándose intransigentes al respecto y siguen exigiendo más planes de austeridad que más allá del crecimiento a largo plazo de los países les garantice una seguridad de cobro de los intereses de la deuda que han comprado en el corto y medio plazo.