Aunque cumplió con el guión establecido no han faltado las críticas de rigor a la decisión del presidente del Banco Central Europeo (BCE) de mantener los tipos de interés inalterados. La inflación sigue siendo la principal preocupación de Jean-Claude Trichet por encima de una ralentización del crecimiento y cualquier otra cuestión. Y parece que por lo menos en el caso español algo de razón tiene, aunque también es cierto que la economía nacional sería una de las que más agradecería una rebaja del precio del dinero.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) sigue desbocado y, sobre todo, sigue subiendo. La inflación subió nueve décimas en marzo y se sitúa por encima del 4% por quinto mes consecutivo. En concreto, la tasa se encuentra en el 4,5%, su nivel más alto desde 2005 y lo más probable es que continúe subiendo. En este caso los culpables han sido el alza en los costes del grupo de vestido y calzado, que subieron un 3,4% por el inicio de la temporada primavera-verano.
El precio del petróleo tampoco ha ayudado. De hecho, la inflación subyacente, que no incluye los precios de los productos energéticos ni de los alimentos no elaborados, la subida apenas fue de una décima, para situarse en el 3,4%.