Desde que estalló la crisis y el mundo se dio cuenta que China había sobrevivido y aún más, se había reafirmado como una de las economías más fuertes, empezaron a preocuparse por las políticas económicas y monetarias chinas. Desde hace meses el mundo económico y a raíz principalmente de los cuestionamientos de Estados Unidos, analiza el valor que debe tener el yuan.
Para resumir la situación, según EE.UU., China lleva adelante una política mercantilista que favorece a sus industrias a expensas de sus competidores en Estados Unidos, Europa y Asia. China responde que defiende su interés nacional y sigue una estrategia que la ha transformado en una potencia mundial.
Si bien Estados Unidos no sugiere en cuanto debería apreciarse el yuan, recuerda en forma favorable el alza de 20% que registró la divisa china entre 2006 y 2008.
Para el secretario del tesoro estadounidense, crear un sistema cambiario estable que no otorgue ventajas a un país sobre otro «es el desafío existencial central a nivel de cooperación internacional».
Recalcó además que los países que utilizan la política cambiaria como instrumento de competitividad arriesgan «causar inflación y burbujas de activos en las economías emergentes o deprimir el crecimiento del consumo e intensificar las distorsiones de corto plazo a favor de las exportaciones».
El Grupo de los 20 diseñó el año pasado un proceso para, entre otras cosas, estimular los cambios en la política china. Bajo el denominado «acuerdo marco«, los países con grandes superávit comerciales, como China, acordaron reducir su dependencia de las exportaciones. Los países con grandes déficits comerciales, como EE.UU., acordaron incrementar el ahorro y depender menos de las importaciones.
Las críticas de Estados Unidos comenzaron con fuerza en 2008 y en junio de este año China cedió ante las presiones corrigiendo la banda entre la cual podía fluctuar el valor de su moneda respecto al dólar, llegando así a su máximo valor desde 2005. Pero a la fecha el valor del yuan solo aumentó un 2%.
Si bien el mundo económico critica las medidas proteccionistas, lo cierto es que nadie se anima a establecer cuán subvaluado puede estar el yuan.
Otro factor que influye destancan algunos especialistas, es que si el gobierno chino permitiera a sus ciudadanos invertir en el exterior, el flujo de capital haría caer la moneda local.
Lo que no está tan claro es cómo influye esa subvaluación en el superávit chino. Dados los precios flexibles del país y la alta tasa de ahorro, las oscilaciones en el tipo de cambio nominal pueden tener escaso efecto sobre la balanza externa. Sin modificar el consumo y el ahorro, la apreciación cambiaria podría crear, en cambio, deflación.
Los defensores de de las políticas chinas señalan que el comercio exterior y el superávit de cuenta corriente han declinado marcadamente, a favor de un aumento de la demanda doméstica. Desde un pico de 11% del PBI en 2007, el superávit de cuenta corriente pasó a un 6% en 2009. Otro problema surge de las policías para alentar la demanda, en febrero de 2010 el crédito creció 27% año sobre año y es de esperar que cuando la demanda interna se desacelere, el superávit externo puede crecer a niveles muy altos.
¿Pero es realmente económica la preocupación de Estados Unidos? ¿Un aumento del valor del yuan hará reducir el déficit de Estados de Unidos? O lo que preocupa a Estados Unidos es que el yuan se vuelva una moneda fuerte y que China aumente su poder mundial.
Por ejemplo, algunos países asiáticos están comprando bonos en yuanes, y no en dólares. Además hay una menor participación del dólar en las tenencias mundiales de moneda extranjera en comparación con 25 años atrás.
En 1945, EE.UU. estaba en la cúspide de su poder, poseía casi todas las reservas en oro y en moneda extranjera del planeta, y todo el mundo necesitaba desesperadamente dólares. Hoy ya no es así. Europa occidental y Japón fueron los primeros en ponerse a tono, y en los últimos años pegaron el gran saldo China e India.
Por estos días, además, Estados Unidos vive con preocupación la nueva remontada del euro, que recuperó el valor perdido desde fines de año, debilitando al dólar nuevamente.
China no parece interesada en calmar los nervios de la Casa Blanca, y sí en continuar cumplimiendo sus metas de crecimiento, aunque las próximas reuniones del G20 y otras cumbres internacionales intentarán marcar definitivamente los lineamientos para bajar el nivel de tensión entre ambos países.