El denominado empleo becario se da generalmente en la situación en que un estudiante universitario se desempeña laboralmente en un campo afín a su carrera en una entidad pública o privada.
Como contraprestación y con el objetivo que no abandone sus estudios, percibe asignaciones estímulo, que pueden ser en dinero, servicios o beneficios. El problema más frecuente suele darse en el caso de que numerosa cantidad de empresas optan por contratar jóvenes inexpertos en el campo laboral para que cumplan con las funciones de un trabajador normal, reduciendo así, sus costes por cargas sociales.
En la mayoría de las ocasiones el empleado becario se encuentra desprotegido legalmente y sin las coberturas mínimas que un asalariado común posee. Refiriéndonos al primer punto, se ha observado en los últimos años un trato abusivo por partes de las firmas que los contratan, puesto que los estudiantes deben trabajar más horas de las que le corresponden y en caso de despido, no reciben indemnización alguna. El segundo aspecto abarca la economización que practican las compañías al emplear jóvenes bajo este tipo de convenios, dado que se ahorran las cargas sociales de un contrato laboral normal, como por ejemplo no teniendo la obligación legal de realizar aportes patronales ni gastar en coberturas médicas.
Aunque no todo el panorama se presenta oscuro, todo estudiante con aspiraciones debe pasar por este proceso sin excepción para poder hacer sus primeras armas en un mercado tan competitivo como el actual. Las tasas de paro indican que por estos días, los becarios son quienes menos están sufriendo la crisis económica que azota al país.
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