La desaceleración económica mundial ha comenzado a desangrar una crisis internacional. Pero a esta realidad, es evidente que debemos anexarle situaciones puntuales de cada país para analizar la situación puntual de cada Estado.
España, se ha contagiado y dos sectores y ya han evidenciado signos de preocupación entre sus actores. La construcción y el bolsillo de las familias están viendo disminuir sus ingresos y sus oportunidades de progreso inmediato.
Según el último Boletín Económico de Información Comercial Española (ICE), del Ministerio de Industria, la reducción del 20% en la demanda de viviendas acarreará un pérdida de cerca de 180.000 puestos de trabajo.
Pero esto no es todo, a estos números habría que agregarle otros 80.000 por cada punto de desaceleración del consumo.
Así las familias españolas deberán soportar dos medidas paralelas a este fenómeno. Por un lado, la reducción en los puestos de trabajo que aumentara los índices de paro, pero también esto debilitara las opciones de compra de viviendas con un crédito restringido por las entidades financieras.
De esta manera la crisis de los ladrillos llevará su tiempo estabilizar, y la previsiones de años duros se notaran por dos o tres periodos.
¿Y las soluciones donde están?
Sin embargo, para palear esta situación, el estudio plantea formas de compensar la desaceleración incrementando el gasto de las administraciones públicas o esperar un incremento de las exportaciones de bienes y servicios.
El informe sostiene que «la crisis en el sector de la construcción se amortiguaría» si el gasto de las administraciones públicas y las exportaciones crecieran al 8,1% y al 7,9%, respectivamente.