En comparación con el resto de Europa el parque de ascensores en nuestro país es, como poco, elevado. Podríamos pensar que se trata de una suerte de coincidencia regional en el ámbito europeo, pero no. España también tiene la tasa más elevada del mundo en lo que a concentración de ascensores se refiere. ¿Por qué ocurre esto?
En buena medida estamos hablando de una causa efecto relacionada de manera directa con el modelo de vida y por extensión de alojamiento implantado desde comienzos de los años 50 del pasado siglo en nuestro país, un modelo que con más o menos modificaciones, en el fondo no se ha abandonado aún hoy en día.
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Un país de pisos
Esto estaría en el origen de una realidad incontestable; en el año 2012 en España prácticamente el 65% de la población vivía en edificios de pisos, es decir, la mayoría de la población española reside en este modelo de vivienda, si lo comparamos con la media de la zona euro, un 46%, vemos que efectivamente existe una distancia notable. Realmente solo dos países nos alcanzan en este porcentaje; Letonia y Estonia que mantienen el mismo porcentaje de modelo de vivienda.
A lo anterior debemos de sumar otro hecho diferencial básico; somos un país de propietarios. En todo el ámbito europeo sólo Irlanda posee una tasa de vivienda en propiedad tan elevada como la española, lo que ocurre es que esta tasa no se relaciona directamente con los pisos sino con otros modelos de vivienda.
Este concepto de vivienda en propiedad tan arraigado, parece que se extiende en nuestro país hasta la noche de los tiempos, y realmente nada más alejado de la realidad, no siempre ha sido así en absoluto. De hecho, hasta bien entrada la década de los 50 del pasado siglo menos del 50% de la población era propietaria de viviendas en nuestro país. De ese porcentaje durante los 50 años siguientes se saltó prácticamente al 80% en menos de 30 años.
Un país de propietarios
En un análisis un poco más profundo vamos a encontrar sin ninguna duda las políticas impulsadas durante la dictadura en lo que a vivienda se refiere; la afluencia masiva de emigración rural a las ciudades generó una escasez de alojamiento que devino en una modificación de las políticas institucionales en relación a la vivienda. Tras un período de protección del alquiler a partir de la ley de arrendamientos urbanos del año 1946, el cambio de década trae consigo un cambio de política y un giro radical en el concepto, en el que se enmarca la famosa frase queremos un país de propietarios no de proletarios, pronunciada por José Luis Arrese primer ministro de vivienda de la dictadura y que realmente marca el camino del futuro de la vivienda en nuestro país hasta incluso nuestros días.
Bajo esta nueva directriz el gobierno instó a las ventas de propiedades a los arrendatarios a precios bajos, las ventas efectivamente se dispararon ya que los propietarios deseaban en muchos casos deshacerse de viviendas que debido a la protección generada por las leyes de alquiler no resultaban ni excesivamente rentables ni excesivamente valiosos a futuro habida cuenta de los contratos de por vida. Y por supuesto comenzó la expansión inmobiliaria, en un marco no preparado para lo que estaba por llegar; con una base jurídica para la inversión masiva en edificios destinados a los pisos viviendas individuales, la ausencia de reglamentos y normas de uso del suelo urbano (y por supuesto la inflación) comenzaron a dar forma a un sector que pasó de no ser determinante a convertirse en eje básico.
Desde el punto de vista del usuario el cambio de mentalidad fue radical, se redirigió a las parejas jóvenes en los ámbitos urbanos a las zonas de extrarradio de nueva creación con el gancho de viviendas baratas y pequeñas en las zonas de nueva expansión, por otro lado se incentiva también el abandono de las zonas históricas de las ciudades, con edificios más antiguos, en favor de nuevos edificios de viviendas; en pocos años el cambio de mentalidad queda instalado, el objetivo de los españoles pasa a ser disponer de vivienda en propiedad.
La evolución
Lo demás es ya parte del desarrollo del sector inmobiliario en nuestro país, con una planificación de arriba hacia abajo que da lugar al concepto de edificio urbano de alta densidad, todo ello inmerso en las políticas de construcción, en aquellos momentos, por parte de empresas a menudo conectados políticamente con el régimen, en un modelo de construcción que conoció su máximo esplendor desde el comienzo de la década de los 70 hasta finales de la década de los 80, donde comienzan a darse modificaciones sustanciales que luego por otro lado acabarán en la crisis del ladrillo ya por todos conocida.
La forma dominante de para estas viviendas, como ya sabemos, era la de las fincas o grupos de edificios de pisos con cientos de viviendas. Un modelo que se fue reproduciendo a lo largo del tiempo y que hoy día es muy visible aún en todas nuestras ciudades. Por tanto, es el concepto de propiedad que genera paradojas como la de los ascensores con la que arrancamos este post, no es ni siquiera un concepto antiguo, sino más bien un concepto impuesto pero que caló muy hondo en un plazo muy corto de tiempo… tanto es así que incluso en la actualidad los españoles nos sentimos relativamente cómodos con el modelo de propiedad en el que vivimos, de hecho, el 94% de los propietarios se muestra conforme con el modelo de propiedad y no contempla otras opciones (obviamente desposeyendo todo este debate de los efectos de la crisis, y refiriéndose exclusivamente al modelo de vivienda preferido)
puede s er por tres razones , la primera ; somos demasiado comodones , la segunda ; hay mas edificios bastante altos que en otros paises , y la tercera ; la edad de los que suben por los ascensores …!!!