En el día de ayer The Wall Street Journal publicó un interesante artículo analizando la situación económico financiera de España.
El artículo plantea si la distinta suerte de países de la zona euro como Francia y Alemania que comienzan a mostrar señales de recuperación económica, y por otro lado países como España que sigue atascada en su recesión, puede ser un problema para la unión monetaria misma.
El autor señala que vale la pena observar a España, donde la adopción del euro hace una década significó que de repente España pasó a disfrutar de tasas de interés mucho más bajas que antes, donde las tasas de préstamos del BCE se mantuvieron por debajo de la tasa de inflación de España durante muchos años. Ello significó que los hogares y las empresas del país tenían un enorme incentivo para pedir prestado, y así lo hicieron. La deuda de los hogares españoles escaló por encima del 130% del ingreso disponible en 2007, mientras el consumo experimentó un auge.
El impulso de la economía, con el sector de la construcción adelante llevó a España a convertirse en ese tiempo en la novena economía del mundo. El ingreso por ciudadano superó al de Italia. Los salarios aumentaron a un ritmo casi dos veces mayor que el del resto de la zona euro.
Por otro lado, la desventaja eran los costos en aumento para las empresas españolas, que les hacía perder competitividad contra otros países en la zona euro como Alemania. Ahora, el alto valor del euro también dificulta que España pueda elevar sus exportaciones a una porción más amplia del mundo.
El resultado es una economía que aún se contrae mientras muchos otros países se vuelven a expandir. Se prevé que España caiga hasta un 4,2% este año, y su tasa de desempleo del 18,5% es el doble que la del resto de la Unión Europea.
El artículo señala que una solución que adoptan los gobiernos ante la pérdida de competitividad es la devaluación de su moneda, sin embargo España ya no tiene su propia moneda que devaluar, o su propia tasa de interés que recortar.
El autor plantea entonces que el país debe recuperar la competitividad de la forma más difícil: bajando los sueldos y los precios en relación a otros países de la zona euro. Eso significa años de estancamiento salarial en un país en el que las personas se acostumbraron a estándares de vida notablemente mejores. También señala que algunos economistas predicen una «década perdida» en España, al estilo de la de Japón.
Países como España, Italia y Grecia han acumulado amplios déficit comerciales, mientras que Alemania y Holanda tienen superávit generosos. Para lograr un equilibrio, Alemania debería absorber más exportaciones e impulsar la demanda doméstica y países como España e Italia tratar de mejorar su competitividad, los países más débiles de la zona euro podrían más adelante afrontar onerosas deudas en los sectores privado y público. Aunque ningún miembro de la zona euro está en peligro de caer en cesación de pagos, un puñado de economistas cree que años de estancamiento podrían conducir a una crisis de deuda pública en el futuro.
España ingresó a la crisis con un nivel relativamente bajo de deuda fiscal, pero se proyecta que tal nivel aumente en los próximos años, de modo que el país necesita crecer para poder hacerle frente sin problemas. Países como Italia y Grecia tenían deudas mucho mayores desde el principio.
La situación es sin dudas preocupante, y al parecer el mundo nos está observando debido a que España está sintiendo la crisis como pocos países.