Feudalismo
El Feudalismo fue el sistema económico, político y social imperante en Europa Occidental durante la Edad Media y que comprende el periodo entre los siglos IX y XV. Su origen se remonta a la caída del Imperio Romano y el fracaso del intento unificador de Carlomagno y a un aumento de la inseguridad y el desgobierno. Sin un poder central fuerte en toda Europa, cada rey se vio obligado a costearse su propio seguridad y ante la imposibilidad de hacerlo fue cediendo parte de su poder a los nobles (condes, duques y marqueses) otorgándoles un territorio para su gestión a cambio de seguridad. Los nobles a su vez subdividían ese terreno y se lo entregaban a los campesinos a cambio de protección y así sucesivamente hasta crear una entramado de vasallaje.
El feudalismo es el sistema creado a través de un acuerdo entre dos nobles, en el que uno es el señor y el otro el vasallo. El segundo promete obediencia y fidelidad a su señor y se compromete a cumplir una serie de funciones en su nombre. Entre esto deberes se encuentran el servicio militar, que podía durar hasta 40 años e incluso de por vida, reclutar soldados para el ejercito del señor y proveerlo de ingresos. Por su parte el señor debía dar protección militar al vasallo y proporcionarle medios para su subsistencia. Esto último se traducía en un feudo.
El feudo, en España denominado señorío, es el recurso o bien en torno al que gira este sistema y no es más que la tierra que el señor otorga al vasallo como beneficio por el cumplimiento de las obligaciones antes mencionadas. Desde este punto de vista, se puede decir que el feudo es la unidad económica del feudalismo y por lo tanto de la edad media. En principio un feudo se entregaba de forma temporal y el rey podía retirarlo rompiendo el contrato de vasallaje ne cualquier momento. Sin embargo, con el paso del tiempo se convirtió en un derecho vitalicio y hereditario, patrimonio de una determinada familia de nobles.
El vasallo debía obtener del feudo suficientes beneficios (tanto monetarios como en especie) para poder cumplir con sus obligaciones hacia el seña y generar su propia riqueza. Para ello, el vasallo (señor en su feudo) obtiene no sólo la tierra sino también los siervos que en ella habitan y que si bien no tienen condición de esclavos, tampoco son libres, ya que su condición de siervos les obliga a trabajar y les impiden abandonar el feudo. Así, la tierra se convierte en fuente de riqueza y de poder.
La agricultura y la explotación feudal son la base del feudalismo y de la economía de la Edad Media, que se puede definir como economía de subsistencia en la mayoría de los casos. El avance de las técnicas agrículas y de los materiales con el paso de los siglos fue permitiendo aumentar la productividad de los campos, si bien el gran cambio llegó con la introducción del barbecho que permitía un mayor aprovechamiento de la tierra, lo que se tradujo en excedentes que aumentaron el comercio, que permitieron el surjimiento de nuevas clases sociales como la burguesía y los comerciantes.
El comercio permitió que el poder de la burguesía creciese y con este sus presiones para obtener una mayor libertar para seguir comerciando. Estas grandes fortunas fueron las que propiciaron las posteriores revoluciones que darían fin al feudalismo hereditario y en algunos países incluso a la nobleza y a los reyes. La Revolución Francesa es el mejor ejemplo.
La Edad Media no es un periodo prolífico en términos económicos, aunque sí se pueden extraer algunas lecciones interesantes. La más relevante quizás sea el efecto que las medidas proteccionistas tienen sobre la economía y el efecto que la globalización tiene sobre una región.