España no sólo es el país del sur de Europa con mayor economía sumergida sino que también ha sufrido la mayor pérdida de recaudación fiscal. Así lo revela un estudio en el que se estima que la economía en negro es equivalente al 28,7%% del PIB español. Para evitar las pérdidas de recaudación fiscal, próximas al 8% del PIB, se proponen medidas como suprimir los billetes de 500 y 200 euros y promover incentivos a los pagos electrónicos.
Carbajo y Ruesga utilizan para sus estimaciones modelos de múltiples variables, que indican en España una relación directa entre crisis y aumentos de la economía sumergida y del fraude fiscal. En estos modelos, España sale muy mal parada en cuanto a pérdida de recaudación fiscal. Cada punto de economía sumergida reduce la recaudación fiscal 0,35 puntos. En cuanto al fraude fiscal, las estimaciones para España se mueven entre el 3% y el 8% del PIB, lo que equivale del 10% al 25% de la recaudación.
Pese a ello, España ha aplicado una visión puramente represora, negativa, metiendo de por medio “amnistías fiscales” y corrupción política que han reducido su eficacia. Por lo tanto, para el futuro se requiere una visión proactiva, de coste-beneficio y cooperación internacional. Entre las medidas se propone la de eliminar los billetes de 200 y 500 euros, que al empezar la crisis sumaban por sí solos en España el 71,2% del total circulado y actualmente han alcanzado el 76,72%. Por el contrario, en la Eurozona bajaron en el mismo periodo desde el 36,9% hasta el 36,6%. Además, en los EEUU tienen casi nula importancia los billetes de valor superior a los 100 dólares y el conjunto de los pagos en efectivo es casi la mitad que en la Eurozona, al igual que la economía sumergida.
Otra medida a tener en cuenta sería la de incentivar los medios de pago electrónicos, como se ha hecho en Asia y América, evitando regulaciones que los encarecen e incorporar incentivos fiscales como los aplicados en Alemania.
Según el estudio de Carbajo y Ruesga, un mayor uso de tarjetas y otros medios electrónicos de pago, además de reducir la economía sumergida, elevaría el PIB y el empleo, modernizaría la economía, e iría en favor de la nueva economía del conocimiento.
Con lo cual, Carbajo y Ruesga aconsejan a los colegisladores europeos estudiar en mayor profundidad los últimos proyectos de regulación europea de los medios de pago, porque podrían crear más problemas de los que intentan resolver, ya que la experiencia previa en España de medidas similares ha sido negativa, debido a que desde el 2006 se redujeron las tasas de intercambio de las tarjetas pero aumentaron en mayor proporción las comisiones bancarias. El resultado ha sido un menor uso relativo de tarjetas y el mayor recurso tanto al efectivo como a los billetes de 500 y 200 euros, cuya proporción se ha elevado a pesar de la crisis en las cifras antes señaladas.