Si tuviéramos que resumir el anhelo en la economía doméstica de cualquiera (o al menos de la mayoría) de nosotros, este resumen sería tratar de obtener la máxima diferencia entre lo que tenemos como gastos y nuestros ingresos. De esa diferencia entre gastos e ingresos es de donde surge el dinero que nos permite afrontar otras opciones como el ocio, invertir, ahorrar… para llegar a esto hay dos caminos; gastar menos o ganar más, pero, ¿realmente que es mejor gastar menos o ganar más?
Cada uno de estos dos puntos de vista, que realmente es lo que son, se identifica más o menos con un perfil de usuario determinado, y cada uno de ellos posee ventajas e inconvenientes particulares. Aunque en este caso, como siempre, puede que el equilibrio en el término medio sea lo más interesante, vamos a repasar los pros y contras de ambas opciones, ya la del que decide gastar menos o de aquel que decide tratar de ganar más en ambos casos, lógicamente, con la vista puesta en la mejor opción para la economía doméstica.
Lo primero que observamos es que si algo tiene un impacto directo inmediato las finanzas personales es el hecho de decidir gastar menos. Automáticamente en el mismo momento en que tomamos la decisión de gastar menos podemos empezar a gastar menos, esto no es tan sencillo si decidimos que queremos ganar más. La aplicación de la reducción de gastos va a presentar una inmediatez que no posee el intento de la ampliación de ingresos.
Hemos visto obviamente un punto a favor de gastar menos, sin embargo, no debemos pensar que todo son bondades, el campo sobre el que podemos aplicar la reducción de gastos es limitado. Llegará un momento en el que no vamos a tener posibilidad de apretar más el ahorro a no ser de que empecemos a plantear escenarios incómodos para la economía familiar, algo que desde luego no es lo que se pretende. Mientras que, por otro lado, el hecho de comenzar a ganar más, o buscar desarrollar largo del tiempo un mayor nivel de ganancia no va a traer cambios financieros inmediatamente, en muchos casos puede ser incluso una apuesta a muy largo plazo, pero, sobre el papel tiene una ventaja indiscutible: no hay techo para la ganancia, del mismo modo que podemos ahorrar sólo hasta un límite determinado, el techo posible de nuestras ganancias no tiene esa limitación.
¿Pero entonces qué interesa más?
Realmente el interés sobre ambas opciones tiene más que ver con la situación personal de cada uno que con estas teorías que hemos desarrollado. Cuando alguien pasa por una fase de poca estabilidad en la economía doméstica obviamente necesita de la inmediatez de equilibrar estos problemas, por ello, en este caso aunque sin perder de vista la posibilidad de ganar más lo que realmente parece más razonable es tratar de manera inmediata de gastar menos.
En el otro punto de vista, cuando nos encontramos en una situación estable económicamente resulta más interesante plantear una mirada al futuro basada en aumentar nuestros ingresos que en apretar más nuestros gastos, lo cual, por ejemplo, en las recomendaciones más avanzadas, pasa por invertir en uno mismo para apostar por esta mejora de los ingresos, inversión en uno mismo que tiene que ver con la mejora de las habilidades, el aumento de la formación etcétera.
Todo lo anterior nos lleva de manera directa a conceptos como la frugalidad, que provenientes de un nivel de cultura financiera generalmente más elevado del nuestro, realmente no son muy lejanos a lo que nuestras abuelas ponían en marcha en los años duros de la economía española (hubo otros años duros antes que estos).
La táctica de la frugalidad pasa por plantearse un sistema económico doméstico a largo plazo que realmente en el transcurso de los años supone un ahorro económico verdaderamente espectacular. Aplicar un sistema de economía con planificación basada en el ahorro es el primer paso de cualquier sistema de éxito en la economía doméstica, y si bien es cierto que se puede llegar a este éxito desde otras perspectivas, no lo vamos a negar, llegar desde la aplicación de un plan conjunto entre todos los miembros de la familia que permita desde el primer momento un ahorro considerable para ser reinvertido, por ejemplo, en mecanismos que nos permitan llegaran armas, es sin duda muy atractivo e interesante.
En resumen
Se trata más de una cuestión de situación que de elección. Probablemente la primera respuesta de todos o de casi todo sea la preferencia por ganar más, sin embargo, de la reflexión sobre la realidad, no sobre las intenciones, surgiría una postura más adecuada hacia un lado u otro en el momento concreto por el que pase el individuo. Aunque, la tendencia debiera ser efectivamente a ese equilibrio al que nos referiremos al comienzo el artículo.