Si la actividad financiera es cada vez mayor también lo son las deudas morosas que son una constante en el sector empresarial.
Se observa que una de cada cuatro deudas termina impaga. A consecuencia de ello se generan de 450.000 puestos de trabajo anualmente. Más de 23 millones de euros se pierden en deudas pendientes y lo mismo ocurre con 90.000 millones de euros perdidos en operaciones comerciales por año.
Estas consecuencias que atraviesa el sector empresarial y muchas más originadas por las deudas morosas se debe a una gestión de cobros ineficaz, que se ve reflejada en:
- Ausencia de métodos adecuados.
- Falta de medios para gestionar el cobro pasando estos a ser impagados.
- Escases de personal especializado en esta esfera, entre otros factores.
Para hacer frete a esta problemática, hoy el empresariado puede contar con el servicio de compañías dedicadas al cobro de impagos, que traen de la mano una metodología innovadora y con resultados muy favorables. Estas compañías de cobro aplican formas renovadas para realizar estos servicios, con personal adecuado para hacer frente a dificultades que eventualmente puedan originarse, con un trato individualizado para cada cliente y la confidencialidad de toda la información recibida por parte de cada uno de ellos.
¿Cómo funcionan estas compañías de cobro?
Generalmente constan de tres etapas:
- Vía amistosa: priorizan esta para evitar ir a la etapa judicial. Tratan de acordar con el deudor alguna forma de pago y buscan una solución. Explicando a aquel la excesiva onerosidad que trae aparejada la vía judicial.
- Vía judicial: si a 20 días desde el comienzo de la vía amistosa no se realiza el pago se remite el expediente al departamento jurídico por el que se realiza por última vez un requerimiento de pago al deudor y proponiendo al cliente una solución adecuada al caso en particular.
- Reclamación judicial: el cliente estudia la propuesta realizada y puede optar por llevar a cabo un reclamo judicial para percibir el pago.
La novedad de muchas de estas compañías es que sus tarifas se desprenden de un porcentaje de la deuda cobrada, que varía de acuerdo a la etapa en la que se obtuvo el pago.