¿Es beneficioso un Mundial de fútbol para el país anfitrión?

«De todos los temas sin importancia, el fútbol es, de lejos, el más importante» – Papa Juan Pablo II.

La mayoría de las personas sabe, desde hace mucho años, que el fútbol y los eventos deportivos en general tienen la capacidad de influir en el mundo. Tiene un efecto en la población que muchos han tratado de estudiar. Un efecto social, sí, pero también económico. Ahora que se acerca el Mundial de fútbol, que este año se celebrará en Rusia, muchos expertos se han puesto manos a la obra para sacar a la luz todo lo que supone un evento de este tipo.

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Sin embargo, según algunos economistas, invertir en un evento como la Copa de Mundo no merece la pena, según World Economic Forum.

Las cifras del Mundial

Los organizadores de la Copa Mundial de este verano en Rusia han pronosticado que el impacto económico total del torneo podría alcanzar los 30.800 millones de dólares para el año 2023. Este efecto anticipado se crea al gastar en construcción e inversión general. De hecho, a menudo se argumenta que organizar cualquier evento deportivo importante puede impulsar la economía de un país atrayendo turistas, con nuevos proyectos de infraestructuras y mostrando a los países y ciudades excelentes destinos para hacer negocios.  Sin embargo, el coste que supone todo ello parece superar (y con creces) los beneficios que produce.

Coste de oportunidad

Lo primero que refleja el WEF es el coste de oportunidad de un gran torneo deportivo. Verdaderamente, el dinero que se gasta en infraestructuras tiene como objetivo una mejora. Es una inversión a largo plazo que se realiza con un argumento fundamental: un impulso de crecimiento a corto plazo y ganancias a largo plazo para la sociedad. Sin embargo, una estructura deportiva no supone una ganancia tan importante para la sociedad.

WEF – World Economic Forum

No es comparable con una inversión en transporte, que se usa a diario por todos los ciudadanos. Las instalaciones deportivas se usan con menos frecuencia y también tienen menos afluencia. Esto impide cubrir los costes, sobre todo teniendo en cuenta que las instalaciones deportivas son de elevado valor. Quizá, la solución está en no construir estadios e instalaciones tan costosas y aumentar los beneficios. De hecho, el economista Andrew Zimbalist, enumera ejemplos similares en los que ha ocurrido lo mismo.

Antes de la Copa Mundial 2010 de Sudáfrica, los residentes con ingresos más bajos que vivían en asentamientos cercanos a los lugares de torneo fueron desalojados en un intento por mejorar la imagen del país. Esto llevó a muchos a preguntarse si el dinero se tendría que haber gastado en mejorar esas zonas y viviendas que en estadios. Por otro lado, el estadio más costoso de la Copa Mundial de Brasil ahora es un aparcamiento y los preparativos para el Mundial supusieron un desembolso de entre 11 y 14 mil millones de dólares.

Además, los eventos de este tipo atraen a turistas que les gustan este tipo de eventos pero pueden perjudicar a otro tipo de turismo que decida irse a otro país por la multitud. Esto supone una interrupción del flujo turístico habitual que puede perjudicar al país.

De hecho, tanto en Pekín como en Londres, las visitas anuales disminuyeron en durante las celebraciones de los juegos olímpicos, en 2008 y 2012 respectivamente, mientras que el museo más popular del Reino Unido, el Museo Británico, registró un 22% menos de visitantes durante el mes en que se celebraron los juegos. La propia evaluación del gobierno británico después de los Juegos Olímpicos concluyó que «hubo un desplazamiento sustancial de los visitantes regulares que fueron disuadidos por el potencial de hacinamiento, interrupción y aumento de los precios».

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Los argumentos no acaban aquí, ya que en el Mundial de Sudáfrica, se pronosticó que llegarían unos 450.000 turistas con motivo del torneo. Sin embargo, solo llegaron a un 60% de esta cifra. Además, aunque el gasto de esos turistas fue más alto de lo esperado, el coste para el gobierno llegó hasta los 13.000 dólares. Por la misma cantidad el país habría pagado los salarios de toda la población durante una semana. Los precios de los hoteles subieron, pero no lo hicieron los salarios de la población. Esto significa que los rendimientos más altos son de capital, y no de mano de obra.

¿A quién benefician estos eventos?

De cara a Rusia, los analistas anticipan que los beneficios económicos del evento beneficiarán principalmente a la industria turística, pero los han descrito como tan insignificantes que pueden ser «equivalentes a un error estadístico». Las economías avanzadas deberían tener la ventaja de generar un superávit financiero con estas competiciones, dado que su infraestructura deportiva, hotelera y de movilidad existente requiere mejoras menores. Los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles fueron exitosos y rentables. Los Juegos Olímpicos de Londres produjeron $ 5,2 mil millones en ingresos.

Sin embargo, existen múltiples flujos de ingresos para los organizadores, como ventas de mercaderías, patrocinios, acuerdos de licencia y , por supuesto, derechos televisivos. Los órganos rectores de los eventos deportivos están asumiendo una parte cada vez mayor de estas cantidades, lo que dificulta que incluso los organizadores locales más eficientes ganen dinero.

Según The Economist, el Comité Olímpico Internacional (COI) obtiene más del 70% de los ingresos televisivos de los Juegos, un aumento del 4% entre 1960 y 1980. La FIFA generó casi 5 billones de dólares en ingresos por la Copa Mundial 2014. De ellos, aproximadamente la mitad provienen de derechos de televisión, a pesar de que no contribuyen en nada a los costes de la organización del torneo.

Las cosas buenas de los eventos deportivos

No obstante, los eventos deportivos no son del todo inútiles. Como señalábamos, estas reuniones ayudan a unir al planeta. «Son herramientas poderosas para salvar las divisiones sociales», según WEF.

Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Invierno más recientes mostraron la capacidad que tiene el deporte para reparar las diferencias. Recordemos que los atletas de Corea del Norte y del Sur marcharon bajo una única bandera. Además, los torneos tienen un factor de bienestar. Muchas historias inspiradoras de éxito pueden animar a practicar deporte. Además, según estudios de Goldman Sachs, la bolsa de valores sube tanto en el país anfitrión como en el país que gana la Copa del Mundo, al menos en el corto plazo.