Europa avanza en diferentes tipos de aprobaciones, actualmente se ve inmersa en la aprobación de lo que concierne al Fondo de rescate del euro, y en medio de ello Bruselas ha aprobado el proyecto de creación para un impuesto de sociedades europeo.
A través de este nuevo tipo de impuesto, las empresas podrán decidir presentar en una sola liquidación de resultados y para toda Europa, excepto que lo que corresponda al negocio y asignado a cada país no se modificará y seguirá gravando bajo el tipo impositivo nacional correspondiente.
Con esto se logra fijar una base común para el impuesto de sociedades una alternativa frente a las nacionales, dado que las empresas utilizarán voluntariamente la base europea pudiendo llegar a liquidar sus respectivas obligaciones pero bajo un solo Estado, el que redistribuirá la recaudación a los países en los que la empresa tiene presencia de negocio.
Si bien representa varias ventajas para las empresas como un ahorro en trámites, se puede decir que de las principales, es la posibilidad de poder compensar las ganancias que se les genere en un país a la vez que se tiene pérdidas en otros, con ello finalmente lograrían reducir su factura total ante el fisco, siendo una clara ventaja con este modelo.
Mientras que las multinacionales podrán rebajar la factura fiscal por 1.300 millones de euros anuales, llegándose a ahorrar unos 700 millones de euros solo en gastos de tramitación, al momento de producirse las liquidaciones de impuestos, sin dudas un ahorro sustancial en dinero.
Algo que se aclara, es que a los países les asistirá el derecho a establecer el tipo de imposición, España logra ingresos por el impuesto de sociedades de unos 31.000 millones de euros.
Con esta armonización de la base imponible que figura en el proyecto, les posibilitará a las empresas llegar a pagar el impuesto de sociedades sobre toda su actividad europea en sus países de origen. Mientras que se fija que la Hacienda principal se encargará de enviar a los demás países en los que opere la empresa lo que resta de la recaudación.
Respecto a la fórmula de distribución, se basará en el cálculo de la base imponible total que presente la empresa, sumándole ganancias o pérdidas que se den en todos los mercados. Tras ello y con la base resultante se dividirá entre los países según la importancia que tenga la empresa en cada uno de los mercados, que se calcula en base a: activos, empleo -número de trabajadores y masa salarial- y facturación.
Mientras que la parte asignada a cada país se gravará bajo el tipo de imposición actual que rija en cada de los mismos.
Si bien para las empresas lo consideran ventajoso, las agencias tributarias sufrirán una caída en sus ingresos en lo que respecta al impuesto de sociedades.
Otra de las claras ventajas para las empresas, será que podrán tener un pleno conocimiento de los países que le presenten una alta presión fiscal, redirigiendo sus recursos hacia aquellos que ejercen una menor presión.
Aunque se puede esperar que algunos países para evitar sufrir pérdidas a partir de este impuesto, lanzarían impuestos indirectos o sobre los salarios, buscando equilibrar las pérdidas.