La canciller alemana Ángela Merkel ha mantenido una férrea negativa ante la posibilidad de crear un supervisor bancario único en la zona euro, poniendo como condición para su creación que sólo se controlaran las entidades con activos a los 30.000 millones de euros, ó bien a aquellas entidades que tuvieran un tamaño superior al 20% del PIB.
El ultimátum de la canciller alemana, ganado por supuesto, ha tenido como consecuencia que solo una de las 426 cajas de ahorros alemanas podrá ser vigilada por el Banco Central Europeo. La actitud de Ángela Merkel obedece, claramente, al intento de ocultar las verdaderas dificultadas por las que está atravesando una buena parte del sistema financiero alemán.
Alemania, tercer país de la UE que más ha prestado a sus entidades financieras
Desde que se inició la crisis, el Estado alemán ha destinado más de 252.000 millones de euros a su sistema financiero, compuesto por bancos privados, bancos regionales y cajas de ahorros locales. Alemania se ha convertido, por tanto, en el tercer estado de Unión Europea que más dinero ha prestado a sus entidades financieras, solo por detrás de Irlanda y Gran Bretaña.
Un billón de euros escapará al control del BCE
Las cajas de ahorros locales suman en conjunto casi un billón de euros, cantidad ésta que escapará, por tanto, al control del Banco Central Europeo. Algunos analistas calculan que estas entidades podrían acumular en sus balances casi 250.000 millones de euros en activos tóxicos, pero que sólo podrán ser analizados por las autoridades alemanas y que pasarán de largo a la inspección del BCE.
Los motivos de Ángela Merkel
La postura de Ángela Merkel responde, evidentemente, a motivos políticos, ya que las cajas de ahorro alemanas están intimamente unidas a las autoridades locales y regionales. Además, Alemania está tan sólo a diez meses de que se produzcan sus propias elecciones generales. Pero la motivación mas importante en la postura de la canciller alemana no es la política. El motivo más importante es que el sistema bancario alemán esconde unos problemas muy profundos, como se ha visto en los casos de Deutsche Bank y de Commerzbank, que es necesario mantener ocultos.
El caso del Deutsche Bank
En el caso del Deutsche Bank, su capital habría caído hasta niveles peligrosos durante la crisis financiera y tres de sus empleados han acusado a la entidad de no contabilizar cerca de 9.230 millones de euros en pérdidas para evitar el rescate. La entidad también acaba de reconocer que sus resultados del cuarto trimestre del ejercicio incorporarán un “significativo impacto negativo” a raíz de la inclusión de una serie de elementos extraordinarios, incluyendo costes de reestructuración y depreciaciones de activos.
Respecto al Commerzbank, cuarto mayor banco alemán por tamaño, ha tenido que solicitar la cantidad de 16.000 millones de euros al fondo de rescate bancario nacional para corregir los problemas que tenía con parte de su cartera hipotecaria.