Las herencias son una parte importante de las finanzas personales, por cuanto influyen de manera clave en la transmisión patrimonial. Pero todos los años miles de herencias quedan abandonadas, y algunas de ellas pueden suponer un suculento negocio.
El tema de las herencias no es nada sencillo de tratar. Acabamos de perder a un ser querido y en seguida nos encontramos con gran cantidad de papeleo y temas legales, incluso es muy posible que nos veamos enzarzados en una disputa familiar hasta conseguir cierta cantidad de dinero.
Esta situación puede ser mucho peor si la persona que ha muerto no tenía familiares a quienes dejar su herencia. La ley establece que en ese tipo de casos el dinero o bienes pertenecientes a la herencia pasen a ser propiedad del Estado, pero si nadie ha notificado dicha muerte, el Estado desconoce que haya una herencia que reclamar. Es por ello que, aprovechándose de esto, muchos caza herencias se llevan una buena cantidad de dinero cada año.
Cómo se administra una herencia el Estado
En el momento en que una persona muere, su herencia es percibida por sus familiares más cercanos, que suelen ser su cónyuge e hijos. En el caso de que la persona no disponga de familiares a los que dejarles la herencia, el Estado pasa a hacerse cargo de ella, y pasa a dividir los bienes en tres partes iguales:
- La primera parte de dicha herencia irá destinada a instituciones de beneficencia que se encuentren en la provincia en la que residía la persona que ha muerto.
- La segunda parte debe destinarse a entidades bancarias, también dentro de la provincia de residencia del fallecido.
- La última parte se destinará enteramente al Estado.
Esto solamente ocurre si Hacienda notifica que hay una persona fallecida que no dispone de herederos que vayan a reclamar su herencia. En el caso de que esta institución no de constancia de lo ocurrido, porque desconoce su existencia, los responsables de notificarlo serán los funcionarios públicos pertinentes. Estos deben avisar inmediatamente a Hacienda sobre lo que ha ocurrido. De igual manera, si los funcionarios públicos ni Hacienda supieran lo que ha ocurrido, los dueños del inmueble en el que vivía la persona fallecida (en caso de que no fuera ella misma la propietaria), deben notificar con urgencia lo que ha pasado.
Los caza herencias
Sin embargo, aquellas personas que no se encuentran en la obligación de notificar lo ocurrido a Hacienda, y lo hacen, obtendrán una recompensa que puede alcanzar hasta el 10% de la parte que le corresponde al Estado.
Esto se encuentra regulado por ley a través del reglamento que desarrolla la Ley del Patrimonio de las Administraciones Públicas. Así se encuentra establecido en el artículo 7 del título primero de la sucesión legítima de la Administración del Estado, en su Real Decreto 1373/2009, del 28 de agosto, sustituyendo al derogado decreto 2091/1971, del 13 de agosto, toda persona particular está en su derecho de denunciar el fallecimiento intestado de una persona que carezca de herederos legítimos mediante escrito reconociéndole el derecho a percibir, en concepto de premio, el 10% del valor líquido de los bienes relacionados con su denuncia.
Quienes son los caza herencias
No existe un único perfil aunque se pueden distinguir tres grandes grupos.
En primer lugar están los profesionales. Habitualmente se trata de despachos de abogados especializados que cuentan con una fuerte experiencia en este ámbito. Pueden utilizar los servicios de profesionales como los genealogistas, e incluso investigadores privados o historiadores. Es importante señalar que estos profesionales no buscan solo la herencia abandonada para comunicarla al estado. De hecho es más rentable, y más habitual la búsqueda de posibles herederos que desconocen sus derechos de herencia, las comisiones suelen ser más altas que el porcentaje que otorga el estado.
Los otros dos grupos serían el de personas que tienen como afición la búsqueda documental, la genealogía, la historia, etc. Estas personas se dedican de manera semiprofesional a la búsqueda de herencias perdidas. Por último aquellas personas que, por casualidad o por una situación concreta se encuentran con la posibilidad de denunciar una herencia perdida.