En febrero del pasado año 2012 se aprobó por el Gobierno español la última Reforma Laboral, bajo la argumentación de la necesidad de desatascar el mercado de trabajo y combatir, de esta forma, la elevada tasa de desempleo del Estado Español.
Un año después de la aprobación de dicha Reforma los datos no pueden ser más revaladores y desesperenzadores, dejando muy claro que dicha Reforma Laboral ha sido un desastre rotundo, y no por ello menos esperado.
Objetivos de la última Reforma Laboral
Fueron varios los argumentos que sirvieron de justificación para la aprobación de dicha Reforma Laboral, estableciéndose unas argumentaciones y unos objetivos a los que dicha Reforma daría cumplimiento. Estas argumentaciones y objetivos fueron los siguientes:
- Disminución de la precariedad laboral y aumento de la seguridad en los trabajadores con contratos indefinidos.
- Impedir pérdidas de empleos vía ajustes salariales.
- Reducción salarial para mejorar la competitividad de las empresas españolas y promover el aumento de las exportaciones.
Los desastrosos resultados de la Reforma Laboral
A pesar de que uno de los objetivos de la mencionada Reforma Laboral era la disminución de la precariedad laboral y el mantenimiento de las seguridad en los puestos de trabajo de los trabajadores con contrato indefinido, el resultado ha sido precisamente el contrario, encontrándonos en el año 2012 con unas cifras de precariedad laboral peores que en las fechas de puesta en vigor de dicha Reforma. La reforma ha introducido una mayor segmentación en el mercado laboral, y no ha conseguido la tasa de temporalidad en el empleo, que durante el año 2012 se ha mantenido constantemente en el 24%. Asimismo, la seguridad en los trabajadores con contrato indefinido se ha reducido de forma clara.
Entre los meses de marzo y octubre del año 2012, el número de trabajadores afectados por EREs autorizados ha sido de 313.011, una cifra que supera de forma escandalosa a las producidas en el mismo período de los años anteriores. Concretamente, en el mismo período del año 2011 la cifra fue de 205.97, y en el mismo período del año 2010 la cifra de trabajadores afectados fue de 179.412. Respecto al resto de ERE, los ERE extintivos (despidos) alcanzaron en 2012 el nivel máximo desde el inicio de la crisis (50.753 trabajadores afectados). Y respecto a los ERE suspensivos o temporales y de reducción de jornada también se han disparado, creciendo más de un 60% entre marzo y octubre de 2012 respecto al mismo período de 2011, y tienen elevada probabilidad de transformarse en extintivos a partir de 2014.
Asimismo, hay que señalar que el incremento del número de parados desde la aprobación de la reforma laboral es de 670.000, y el número de trabajadores ocupados se redujo durante los tres primeros trimestres del año 2012 en 487.000 personas, 342.000 en el sector privado y 144.000 en el sector público.
Otro dato que revela claramente el desaguisado producido por la última reforma laboral es el relativo al ratio entre la caída del empleo y la caída del PIB, el cual se ha elevado respecto a otras recesiones: en 2009 (hasta ahora el año de mayor recesión de la crisis), por cada punto de caída del PIB el empleo se redujo 1,8 puntos, mientras que en 2012 la destrucción de empleo era justamente el doble: 3,6 puntos. Este último dato echa por tierra el argumento de los defensores de la reforma laboral como mecanismo para reducir la volatilidad y la caída del empleo en las recesiones.
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