Estados Unidos, detonante de las ya célebres hipotecas subprime, vuelve a dejar patentes las fuertes diferencias de clases sociales y cómo los estratos más bajos empiezan a sufrir la crisis económica. Hace unos meses que por todo el país se pueden ver ciudades de tiendas de campaña ante la imposibilidad de pagar una vivienda y ahora este tipo de acciones de ahorro extremo ha llegado a la alimentación.
La subida del precio del petróleo (aunque ahora vuelva a caer) y el consecuente aumento del precio de los alimentos está llevando a muchos estadounidenses a tomar medidas de emergencia: acudir a lo que en EE.UU. se conoce como tiendas de ultramarinos ‘de salvamento’. En realidad son una especie de outlet de alimentación, es decir, tiendas que venden productos de marcas más o menos reconocidas a un precio muy reducido pero que presentan algún tipo de defecto.
En estos casos los ‘defectos’ son de lo más variado, desde envases y cajas en mal estado hasta productos caducados y muy cerca de su fecha de caducidad. El ahorro puede ser cuantioso y es posible llenar el carro de la compra por apenas 50 dólares cuando en un supermercado cuesta cerca de 300 dólares. Así, por ejemplo, es posible encontrar una botella de vinagre balsámico Kraft a 50 céntimos cuando su precio donde los 1,69 dólares o una pizza cuya fecha de caducidad expiró hace dos meses por 1,5 dólares en lugar de los 3,49 dólares habituales.
Sólo en Pensilvania ya hay 30 tiendas de este estilo. Se trata de un negocio que surgió entre la comunidad Amish pero en la que ahora empiezan a poner la vista otros empresarios. Además de precios de hace 30 años, como reza un artículo al respecto, las más ‘rústicas’ ni siquiera cuentan con luz y el sistema eléctrico pasa por un motor de gasolina que sirve para refrigerar los alimentos.
Este tipo de outlet de alimentación amenazan con crear una nueva subcultura con sus propias reglas respecto a fechas de caducidad y productos que pueden alterar el sabor o calidad de los alimentos. Así, por ejemplo, un consumidor novel asegura haber descubierto que los productos que contienen aceite de colza no saben igual.