Ante los grandes determinantes que sitúan a España como un país desarrollado, industrializado y no sé cuántos adjetivos de buen gusto, les informo que mantienen un problema de hace años, que es nada más ni nada menos que la economía sumergida la cual no se ha recortado mientras la riqueza española ha crecido.
En este sentido, entre 2005 y 2008, antes del azote de la crisis, llegó a superar la quinta parte del PIB.
Funcas ha presentado un estudio acerca de su estimación de la economía no declarada en España durante el periodo 1980-2008: el método monetario, el de consumo de energía y el llamado «método de múltiples indicadores y múltiples causas«. Estos tres indicadores mostraron resultados parecidos, situando la economía sumergida en un rango entre el 20% y el 23,7% del PIB en 2008.
El problema no es tener ese nivel de economía no declarada, sino ver en comparación con años anteriores, que es superior, doblando el número, al calculado para el periodo 1980-1985 (cuando la economía española aún se encontraba caída por la segunda crisis del petróleo y la reconversión industrial), momento en el que la actividad no declarada se limitaba al 12,5% del PIB.
Asimismo, lo lamentable de esto es ver que el sistema democrático poco ha influido en su eliminación, dado que desde la era en la que podemos elegir como debe ser, pese a que los que gobiernan poco escuchen, el crecimiento de la actividad sumergida mucho mayor que el de la economía «oficial»: mientras el producto interior bruto se duplicó en términos reales, la subeconomía se multiplicó por cuatro.
Claro, el tema puntual radica que de la democracia, para mantenerla así como es, se requiere de una fuerte elevación de la presión fiscal, similares a niveles propios de un país subdesarrollado. La mayor presión fiscal ha incentivado notablemente el aumento de actividades al margen con una pérdida anual de 31.000 millones de euros a precios del año 2000, o lo que se traduce como un 5,6% del PIB.
¿Pero ahora de cuánto estamos hablando de economía sumergida en España? en base al estudio de Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) se calcula que la actividad «no oficial» alcanzó entre 2005 y 2008 el 23,7% del PIB, el nivel más alto desde 1980.
Como sucede en todos los países en desarrollo, la presión impositiva, creada para poder mantener el crecimiento mediante gastos públicos más elevados, hacen que más y más empresas salgan del sistema blanqueado, lo cual genera un lastre para la economía de gran importancia.
Y como siempre, el problema más grande lo tienen los trabajadores, nunca vayan a pensar que las empresas están en aprietos por hacer estas jugadas evasivas. Sí, hay castigos, pero quien realmente está al margen es el empleado. Así lo calculó Funcas que mencionó que entre 1980 y 2008, 2,5 millones de empleados de media trabajaban en la economía sumergida y sin ayuda de la Seguridad Social.
Entre todos los sectores, el que siempre ha llevado el estandarte principal es el de la construcción, que pasó de un total de empleo no declarado de 1,4 millones entre 1980 y 1984 hasta los más de 4 millones entre 2006 y 2008, un periodo marcado por el boom inmobiliario.
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