Aunque pueda parecer que alcanzar la riqueza económica sea uno de los principales anhelos de la mayoría de las personas, lo cierto es que no tiene necesariamente porque ser de este modo, de hecho, para muchos, la riqueza no ha sido una elección sino una imposición no necesariamente buena.
La tendencia a vivir con lo estrictamente necesario no es una anécdota. De hecho, y de manera organizada, es un auténtico movimiento que año tras año alcanzará a más personas en el mundo, que entienden a través de este mecanismo de vida que se abre un camino para vivir más en paz con uno mismo y con el entorno, de esto obviamente pasamos a quienes exigen todo lo contrario, teóricamente estos son mayoría, sin embargo, los que realmente son mayoría son los aspirantes a rico no los ricos.
La teoría del aspirante
Obviamente encontraremos ricos que no sólo alardean de su condición sino que además defienden que la riqueza es el camino a la felicidad, pero, también vamos a encontrar dentro de las personas con mucho dinero vértices contrarios, auténticos millonarios tristes, gente multimillonaria que acabó sus días de manera lamentable, o, personas que a pesar de haber alcanzado la riqueza y el poder económico no han sido en absoluto felices a lo largo de su vida, de hecho, existen no pocos estudios que relacionan todo lo contrario; el exceso de dinero y la preocupación por mantenerlo genera mucho más infelicidad que manejar menor poder económico.
¿Y entonces por qué tenemos está percepción tan extendida? Por la teoría del aspirante a rico. El mayor volumen de definición de riqueza no viene dado por los propios ricos, viene dado por el resto de la población que maneja una experiencia de ser rico supuesta, a partir de retazos de información, sueños personales y aspiraciones comunes a su entorno social. Se trata de la valoración máxima de la riqueza, de la exaltación del dinero como elemento central y fundamental para el éxito de la vida, es algo que aunque parece inherente al ser humano, realmente se han multiplicado y desarrollado de manera exponencial en los últimos 100 años.
El aspirante a rico, la inmensa mayoría de la población, entiende como top máximo de la experiencia vital alcanzar el volumen de dinero de los ricos, momento a partir del cual desaparecerán los problemas, se abrirán nuevos caminos en la vida, etc…y para apoyar este tipo de teorías nos fijamos habitualmente en la punta del ranking de los ricos, los super ricos, aquellos con fortunas mil millonarias a quienes identificamos automáticamente como seres felices, exentos de problemas y por lo visto casi inmortales…o por lo menos eso creemos que nos ocurriría a nosotros con su fortuna.
¿Por qué elegir no ser super rico?
Quienes elijan un camino orientado no a buscar el máximo de dinero acumulado, si no, a buscar la mejor experiencia de vida personal posible, pueden ver que ambas cuestiones, buscar dinero y buscar una experiencia vital positiva, no siempre van de la mano.
La tendencia de la renuncia al dinero y al consumo no supone una vuelta a las cavernas como algunos quieren ver, muy al contrario, precisamente supone extraer lo mejor de un sistema económico complejo, y ponerlo al servicio diario de la persona, de este modo quienes alcanzar el equilibrio entre el dinero que necesitan encontrar dinero que van a gastar (de manera racional) disponen de mucho más tiempo y energía para dedicar a cuestiones tan fundamentales como la propia familia, el crecimiento personal, y en definitiva a disfrutar de la vida.
Ganar dinero es una necesidad, graduar la presión para ganar más o menos dinero es una decisión personal, y en función de esta decisión nuestra calidad de vida puede aumentar o disminuir, asociar la búsqueda de la riqueza con la mejora de la calidad de vida (no confundir con la comodidad de vida que no es lo mismo) es un error muy común que las personas que anteponen vivir mejor procuran no cometer.
Si algún día llego a tener tanto dinero que me supone un problema, tranquilo que ya regalo, dono o quemo lo que mse sobre.
Si es cierto que para una familia ‘normal’ (todos somos normales) es bueno tener un colchón. Salvado el problema de pagar hipoteca, está bien tener dinero en el banco. 10.000, 20.000, 30.000… pero ¿mucho más es necesario?. Una cantidad que te permita pagarte un médico privado en un momento dado, que te permita cambiar de coche y darte un viaje improvisado, todo a la vez, me parece a mí, personalmente, un colchón suficiente. Pero tener más en el banco sólo supone que con el paso de los años cada vez vale menos (cada año que pasa, tu dinero se muere más de asco en el banco). Amasar dinero a lo tonto no es rentable. No voy a tener nunca 3 millones de euros en el banco como para cubrir el supuesto de operarme de cáncer en Houston, luego amasar mucho más de 25-35mil euros es tontería. El resto a gastar y disfrutar. Opinión personal, claro está.