Muchas veces en la historia, los hombres que quedan en el «Hall de la Fame» no son los buenos. Los malos siempre tienen mayor protagonismo, ya que sus acciones, dejan al mundo inmerso en el más oscuro de los pasados.
Tal vez, un tal Bernard Madoff pase a integrar el salón de la fama de los estafadores, y su nombre se inscriba en los destacados del año 2008.
Este hombre, de unos 70 años, era hasta hace unos días una especie de guía de los hombres de negocios para el mundo de las finanzas, ya que formaba parte de los respetados inversores de Wall Street. Sin embargo, y como ocurre con parte de las acciones de estos «señores», las cosas terminan mal.
El pasado jueves, el FBI y la SEC lo han acusado de llevar a cabo el segundo mayor fraude en la historia de los Estados Unidos, tras el escándalo Enron (63.400 millones de dólares en activos), luego de que su compañía de inversiones realice una estafa multimillonaria, que todavía no tiene confirmado los números más escandalosos para Europa.
¿Cómo se realizó la estafa?
Según ha confesa el mismo, lo ha realizado a través del llamado «esquema Ponzi gigante», que consiste en un fraude de tipo piramidal por el cual la rentabilidad prometida se paga con el dinero ingresado mediante la entrada de nuevos clientes.
El magnate por medio de una firma inversora comunicó que a comienzo de este año gestionaba 17.000 millones de dólares (12.730 millones de euros), y ahora se ha sabido que acumula pérdidas por 50.000 millones de dólares (37.536 millones de euros).
¿Cómo nace la fortuna de este millonario?
Este multimillonario es el dueño de Bernard Madoff Investment Securities, fundada en los años sesenta por este magnate gracias a los ahorros que le llegaron por su trabajo de salvavidas en una playa. Pero para que no se crea que este hombre era un desconocido en el mundo «Wall Street», fue presidente del consejo de administración de Nasdaq.
¿Quiénes son los damnificados?
Por lo que se ha podido saber hasta el momento, los perjudicados son hedge funds, organizaciones caritativas, bancos o inversores particulares, entre los que se encuentran entidades españolas por unos 3.000 millones (se menciona a Optimal, la gestora de hedge funds o fondos especulativos del Banco Santander).
Luego de su detención, Madoff fue categórico, dijo ‘Estoy acabado’, y confesó que ‘No hay nada inocente. He pagado a inversores con dinero que no existía’.
Como dice el refrán, «a confesión de partes, relevo de pruebas».
es absurdo que un salvavidas ahorre plata y se convierta en un magnate. A otros con ese cuento.
Es realmente una falacia bien montada el hecho de que solamente este individuo haya realizo esta gran estafa aunque no se le quitan sus méritos de enbaucador, pero para toda gran estafa debe haber un buen staff vinculado y un resto de sobornos y favores pagados que hicieron que tantos entes reguladores de un país como USA, hayan pasado por alto y se hayan hecho de la vista gorda. Eso le sirve a la vez de experiencia a toda la elite de la crema y nata de USA que no se dejen guiar en los negocios por lo que otros del grupo social, etnico o religioso hace aprendan a tener criterio propio y no se dejen vender chicha por limonada.
¿Este tipo de masacres economico-financieras no constituyen un genocidio tambien? Por favor leer el articulo siguiente que fue publicado en diario Uno de Mendoza, Argentina el domingo 15-03-09.
Señales
Una columna que se anticipó
Los amos del mundo
El autor de la saga del capitán Alatriste publicó en “El Semanal”, el 13 de noviembre de 1998, esta columna que hoy sorprende por sus conceptos casi adivinatorios. Está recopilada en el libro “Con ánimo de ofender”.
15-03-2009
Arturo Pérez Reverte
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla enter de la computadora su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a volver un desocupado en nombre de un tres punto siete o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street y dicen en inglés cosas como “longterm capital management” y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en fotos, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un camión cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo.
Porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por halagarlos y subirse a su su tren.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nobel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capo del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que una ganga es una ganga, e intereses de muchísimo por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es abundancia.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a la mierda.
Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esa gentuza que juega con la economía internacional como si jugaran al Monopolio, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces, resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó.
Esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Juan Pérez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices como él que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un peso de la deuda externa a los países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en la cabeza ajena.
Así que podemos ir ajustándonos los cinturones.
Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.
Bernard Madoff. Su multimillonaria estafa sorprendió al mundo. Se conoció cuando estalló la crisis financiera.
© 2007 UNO GRAFICA. Todos los derechos reservados. Mendoza, Argentina
Es tan sencillo,como que nadie da duro a 4 pts
el odio hacia el RICO cuando al mismo tiempo se
pretende ser uno de ellos,en las inversiones hay unas reglas a seguir,solo hay que leerlas y ponerlas en practica.me alegro tanto por el estafador que se va a la carcel como por el inversor arruinado por no preocuparse de donde va su dinero y que guiado por la avaricia se le rompe el saco.
No se puede minorizar la habilidad de este hombre para acumular tanto dinero. Por otro lado llama mucho la atencion que los auditores de grandes empresas multinacionales no se hallan dado cuenta que estaban siendo estafados.
ese señor si que fue un genio………..