La Tasa Tobin como término no es nuevo pero a efectos prácticos es otra cosa, de buenas a primeras se trata de un impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo y que debe su creación al economista James Tobin en 1971 y que le valiera ganar el Premio Nobel de Economía en 1981 como a varios de sus colegas economistas.
Esta tasa consiste en pagar un impuesto cada vez que se produce una operación de cambio entre divisas. La tasa debía ser baja, en torno al 0,1%, para penalizar solamente las operaciones especulativas de ida y vuelta a corto plazo entre monedas, y no a las inversiones.
Varios proyectos surgieron para realizarse con el dinero recaudado por la imposición de la tasa Tobin. Las Naciones Unidas concluyó en su momento que la tasa Tobin permitiría recaudar 720.000 millones de dólares anuales, distribuibles a partes iguales entre los gobiernos recaudadores y los países más pobres. Por su parte, el PNUD menciona que con el 10% de esa suma se podría proporcionar atención sanitaria a todos los habitantes del planeta, y que con un 3%, se conseguiría reducir a la mitad la tasa de analfabetismo presente en la población adulta.
Pese a que la tasa Tobin está orientada a transacciones comerciales internacionales, si consideramos reducir el espectro al campo exclusivo de las transacciones financieras de carácter especulativo, se crearía una importante diferencia. Muchos dicen que la tasa Tobin se convertiría en un instrumento de control de la actividad especulativa.
La crisis actual, provocada por las inversiones de alto riesgo a largo plazo, financiadas con deuda a corto plazo muestran que la tasa Tobin podría convertirse en un importante estabilizador. Esta Tasa Tobin desde hace unos años a esta parte se ha ganado dado lo que se busca con ella ser llamada Tasa Robin Hood; al impulsarse como un pequeño impuesto a los bancos y transacciones financieras a nivel global no solo europeo que permitiría hacer frente a los altos niveles de pobreza y el hambre, además de financiar políticas que modifiquen los datos negativos del cambio climático y hasta el ayudar a evitar el recorte en servicios públicos como sucede en España por citar un caso.
Historia de la Tasa Tobin:
Todo inició un 15 de Agosto de 1971, cuando el mas que polémico presidente Richard M. Nixon, decidió que el dólar dejara de ser convertible en lingotes de oro para los gobiernos y bancos centrales extranjeros esto era el fin del sistema de Bretton Woods que reinaba por entonces, y el comienzo de otros sistemas que vendrían a reemplazar al llamado patrón oro.
Iniciaba un sistema de tipos de cambio flotantes además de que ya no corrían los controles sobre los movimientos de capitales, todo esto despertó en James Tobin el que se aplicara un nuevo sistema para estabilización monetaria mundial, cuyo sistema contenía una tasa que debía gravar a las transacciones comerciales internacionales ante una alta movilidad del capital financiero privado generaba que las economías nacionales no puedan adaptarse a los movimientos masivos de fondos internacionales y que como castigo a esta inadaptabilidad lo sufrían sobre el mercado del empleo, sus niveles de producción y la inflación.
Claro que Tobin tenía sus pro y contras obre como aplicar este sistema. Alguien que despertó el sentimiento dormido de lo que proponía el concepto de esta tasa Tobin ha sido Ignacio Ramonet, en 1997 por entonces editor de Le Monde Diplomatique, que puso sobre la mesa que se creara la Tasa Tobin y no quedó en la mera opinión ya que hasta creó una asociación que impulsa a esta tasa, la ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos).
La Tasa Tobin por James Tobin:
Este impuesto a las transacciones financieras propuesto por Tobin y según la explicación por el dada:
«El impuesto a las transacciones financieras fue ideado para amortiguar las fluctuaciones en los tipos de cambios. La idea es muy simple: se aplicaría, en cada cambio de una moneda en otra, un pequeño impuesto -digamos un 0,5% del volumen de la transacción-. Esto disuade a los especuladores ya que muchos inversores invierten su dinero en moneda extranjera a muy corto plazo por lo que tendrían que pagar el impuesto muchas veces. Sin impuestos lo que ocurre cuando el dinero se retira inmediatamente es que los países deben aumentar drásticamente los intereses para que su moneda siga siendo atractiva a los flujos financieros. Pero el alto interés y la constante flucutación son desastrosos para la economía nacional, como se ha demostrado con las crisis financieras de la década de 1990 en México, el Sudeste asiático y Rusia. Con mi propuesta de impuesto a las transacciones financieras los países recuperarían cierto margen de maniobra para defender la economía nacional y sería por tanto una medida que limitaría el poder excesivo de los mercados financieros».