Transformers 4: Master Class en economía

Como suele ocurrir, el estreno de una película dirigida por Michael Bay trae disparidad de opiniones. Transformers 4 no ha sido diferente, y del mismo modo que los amantes del cine de explosiones disfrutan de la película, en general los más cinéfilos abominan de ella. Pero ni unos ni otros parecen ser conscientes de que realmente esta película se convierte en 160 minutos de una clase magistral de economía moderna. ¿No nos cree? Entremos en materia.

Si nos olvidamos durante un momento, por difícil que parezca, del rosario de explosiones, movimientos inverosímiles de cámara e hiperactividad generalizada que desprenden estas películas, igual podemos empezar a darnos cuenta de que de un modo realmente poco sutil encontramos paralelismos espectaculares con la economía mundial actual; la escasez de la seguridad de empleo (sin futuro) el aumento de la desigualdad, y, en el caso de Estados Unidos una especie de mensaje instructivo sobre las aspiraciones al mercado chino.

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Ande yo caliente…

El primer fin de semana de recaudación de la película consiguió la nada despreciable cantidad de 300 millones de dólares. De hecho se convirtió en recaudación récord entre los films en lo que llevamos de año.

El éxito económico de la película no lo discute nadie, de hecho, ni siquiera se discutía antes de su lanzamiento. Genera todo tipo de controversias, se vierten críticas feroces sobre su calidad cinematográfica, sin embargo, el público responde; el producto funciona a pesar de la posición de reticencia inicial de los supuestos controladores del mercado…¿le suena?

Pero, por supuesto, esto es sólo el principio.

Una de las características fundamentales del trabajo de Michael Bay es su dominio de la postproducción y los efectos especiales generados con las nuevas tecnologías informáticas. Es decir un dominio de la producción de las nuevas tecnologías sobre conceptos más habituales como, el trabajo de dirección de actores o el trabajo de guión.

En este caso, aunque existe presencia de ambos, el guión no es ni de lejos lo más relevante, y los actores como veremos más adelante son prescindibles, lo que no es en absoluto negociable es la tecnología.

Una de las corrientes económicas actuales habla precisamente de esa relación entre seres humanos y tecnología, el economista Tyler Cowen afirma que en un futuro relativamente cercano los trabajadores se englobarán en dos categorías generales, que responderán a su vez a las cuestiones básicas;

  1. ¿Cuál es tu capacidad en relación a las maquinarias inteligentes?
  2. ¿Tus habilidades son complementarias al trabajo de los ordenadores o el equipo funcionaría igual o mejor sin ti?

Michael Bay  demuestra en esta película, otra vez, que no sólo es capaz de transformar en secundarios elementos que otros directores consideran relevantes como los actores y el guión, si no que  a partir del trabajo con las máquinas inteligentes es capaz de generar  ingresos millonarios.

Es esa tendencia entonces la que marca un camino en el que aquellos capaces de generar y desarrollar habilidades en relación con las máquinas inteligentes son a su vez capaces de hacer que éstas generen ingresos y mejorar la productividad; en conclusión son capaces de generar ingresos propios superiores a quien no posee o desarrolla estas habilidades.

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¿Quiere más ejemplos?

Es posible que no guste esta visión un tanto apocalíptica de una realidad económica, pero la clase magistral de economía moderna sigue en Transformers 4 por un tema muy delicado; el empleo y la importancia del empleado.

Ya decíamos que la película concede una importancia secundaria al trabajo de actores. Pero hay algo más sutil y complejo, tampoco concede importancia al mismo nivel a los personajes humanos y a las máquinas inteligentes.

El principal personaje humano de la saga, que aparece en las tres primeras películas, y al que el principal protagonista máquina Optimus Prime, jura proteger para siempre, ha sido borrado, eliminando y desaparece totalmente de esta cuarta entrega, ni siquiera su nombre, su recuerdo o cualquier atisbo de su presencia podremos encontrar, salvo alguna leve referencia por supuesto sin nombre propio.

Se puede pensar que es un tema de cambio de actores, pero, realmente va más allá, es el hecho de que las estrellas son los robots, no los seres humanos que son absolutamente reemplazables  como personajes y  actores. Apliquemos esta última lectura a la revisión de las dos últimas décadas en economía internacional:

Los beneficios empresariales se han multiplicado exponencialmente en relación a los avances tecnológicos, el motivo es elemental permite que algunos vendan más y más personas que antes, mientras que disminuye el costo de mano de obra que pasa a engordar la cuenta de resultados.

Última lección magistral

La película dura 166 minutos, partes fundamentales de su desarrollo tiene lugar en Hong Kong, y, ofrece cameos tan relevantes como la presencia de Zou Shiming primer chino en hacerse con la medalla de oro olímpica en boxeo…¿es actor? no  pero es un ídolo de masas en China.

hong-kong-4Conclusión, tiene una duración acorde al gusto del país en relación a las películas, no concede una importancia excesiva a los personajes occidentales, pero sí a los robots inteligentes, parte de la película se ambienta en zona de influencia china y además incluye la presencia de ídolos de masa chinos ¿una casualidad? No, en absoluto, la película no sólo pretende ser un rompe taquillas en Estados Unidos, busca también dominar la taquilla china.

Entonces el lector puede pensar, bien la película pretende atrapar al espectador chino, si pero llega más allá; comparen  los personajes con parcelas de poder norteamericanos, un responsable de la Casa Blanca histriónico e histérico y un representante de la CIA de dudosa reputación con los personajes que interpretan altos rangos chinos, por ejemplo el ministro de defensa en una escena relevante de la película en la que hace alusión a la defensa de Hong Kong a toda costa… ¿defensa de Hong Kong? Sí, de hecho el mensaje es muy claro la protección que China puede dar a Hong Kong no se la puede dar nadie, algo así dice la película, mensaje de manual para llegar a China como buenos amigos.

Las reglas del juego en las relaciones económicas entre China y occidente, y fundamentalmente Estados Unidos, han cambiado de manera radical. Hasta hace cinco años más o menos, las empresas norteamericanas, por poner un ejemplo, buscaban en China mano de obra barata, en lo que se torna una competición con otros mercados como India o Malasia, sin embargo, China ya no sólo es un proveedor de mano de obra, mucho más allá es un mercado de 1000 millones de consumidores, no existe otro igual en lo que a nuevos mercados se refiere, y, por supuesto, en la tesitura actual tener al gobierno chino feliz es uno de los retos indispensables para el acceso a ese mercado.

¿Los guiños de la película son nuevos? En absoluto, de hecho en general la relación entre Estados Unidos y China en lo comercial se ha vuelto cada vez más almibarada por parte del primero, adaptándose a las exigencias del segundo en cuestiones que hasta hace unos años eran impensables, pero que hoy en día se justifican porque la recompensa del mercado es simplemente enorme.

¿Y Transformers 4 en China? Pues obviamente, y al tratarse de una lección magistral de economía aplicada, su primer fin de semana recaudó 97 millones de dólares que es el equivalente a toda la taquilla recaudada de Estados Unidos, y desde luego una recaudación excelente para un único fin de semana de estreno  en China.

Sin embargo incluso aquí nos deja  una última lección, que avisa del peligro de morir de éxito en un entorno que todavía no sabemos manejar plenamente, y es que el dominio que la película llegaba a presentar sobre la taquilla asustó a las autoridades chinas que vieron como la recaudación de las películas chinas después del estreno de la obra de Bay caía por debajo del 50%.

Sin embargo, después de que esta ocupación se manifestara, aun el 60% o 70% de las reservas de los cines chinos siguió correspondiendo a los 166 minutos de robots sacudiéndose cachiporrazos, esta última lección nos dice que ni siquiera los fabricantes de tendencias, o incluso las leyes capaces de generar tendencias de mercado, son capaces de dominar los resultados, a no ser que se bloquee un producto por completo el mercado da la prueba de lo que importa, en este caso el dominio de la taquilla.